Se llama flora intestinal a los microorganismos que habitan en el intestino, mayoritariamente en el colon. Estos microorganismos nos benefician de formas muy diversas. Tener una flora intestinal sana se refleja de forma directa en nuestra salud.
Hinchazón, estreñimiento, distensión abdominal, diarrea, gases… son solo algunos de los trastornos que pueden surgir cuando no existe un equilibrio en la flora intestinal.
La flora intestinal está formada por un conjunto de microorganismos que habitan en el intestino, el 95% en el colon, y con los cuales existe una relación de simbiosis. Como curiosidad, tenemos tal cantidad de microorganismos habitando en nosotros que si los juntáramos todos y los pusiéramos en una báscula, fácilmente pasaría del kilo de peso.
La importancia de la flora intestinal no está solo en la cantidad que tengamos, también lo es el equilibrio que debe existir entre las diferentes colonias de microorganismos que nos habitan, las funciones que desempeñan y el efecto que ello tiene sobre nosotros y nuestra salud.
El papel de nuestra flora intestinal puede clasificarse en 3 funciones básicas: función nutricional, a través de su implicación en el metabolismo de determinados nutrientes. Función inmunológica, ayudando a aumentar la resistencia a las infecciones. Función protectora, evitando que bacterias patógenas colonicen el intestino y con ello la aparición de infecciones.
Factores externos como la alimentación, la ingesta de antibióticos u otros medicamentos, así como procesos infecciosos pueden alterar el equilibrio de la flora intestinal y con ello aumentar el riesgo de aparición de alergias, afecciones cutáneas o infecciones, entre otros. Manifestaciones de otro tipo como las descritas al inicio (diarreas, estreñimiento, hinchazón…) son también fruto de una mala calidad o debilitamiento de nuestra microbiota.
Nuestro cuerpo no sintetiza flora intestinal, por lo que, para recuperarla y fortalecerla debemos aportar elementos que la beneficien. Los lactobacilos y las bifidobacterias, los prebióticos y la fibra son la clave para que los microorganismos que habitan nuestro intestino mantengan ese equilibrio que nuestra salud tanto necesita.