La bilis
La bilis es una sustancia líquida de color amarillento que se produce en el hígado, se almacena en la vesícula biliar y se excreta en el duodeno cuando comemos. La bilis es necesaria para la digestión de las grasas ingeridas con los alimentos. Se compone principalmente de agua (en un 97%), además de colesterol, fosfolípidos, bilirrubina, sales biliares, proteínas y otros componentes. Son las sales biliares las responsables de emulsionar las grasas y vitaminas liposolubles, proceso indispensable para facilitar el trabajo posterior de las enzimas digestivas sobre dichas grasas.
Las sustancias amargas presentes en algunos alimentos de origen vegetal favorecen también la producción de jugos digestivos, como la producción de bilis o la secreción de la misma hacia el duodeno, lo que ayuda positivamente nuestra digestión.
El hígado
El hígado es uno de los órganos más grandes y con más actividad de nuestro cuerpo. Es clave para el proceso digestivo ya que por él circula toda la sangre proveniente del estómago, intestino y bazo a fin de obtener los nutrientes. Pero no solo eso, también los fármacos y sustancias de desecho pasan por el hígado para su eliminación posterior. Podemos decir de él que es el gran filtro de nuestro organismo.
Entre sus muchas tareas se encuentran:
- La transformación de algunos alimentos cuyos nutrientes se deben modificar químicamente en el hígado antes de ser aprovechados por el cuerpo como energía
- La depuración de gran parte de las toxinas de la sangre
- La regulación de la coagulación sanguínea
- El almacenamiento de hierro
- La producción propia de colesterol
- Producción de bilis para su posterior almacenamiento en la vesícula biliar
Además, el hígado tiene una enorme capacidad de regeneración. Aun así, no debemos abusar de sus cualidades ni relajarnos en exceso, ya que los malos hábitos mantenidos en el tiempo pueden pasar factura. La mala alimentación, el consumo de alcohol o el abuso de fármacos pueden afectar el correcto funcionamiento del hígado.
Afortunadamente, el hígado es un órgano agradecido y protegerlo resulta una tarea sencilla si adoptamos un estilo de vida saludable con una alimentación rica en elementos vegetales, potenciar el consumo de grasas insaturadas, especialmente omega 3, ingerir cereales integrales, reducir el consumo harinas refinadas y azúcar, hidratarse correctamente y eliminar el consumo de alcohol, gran enemigo del hígado.
Apoyar el trabajo del hígado con complementos que ayuden a su depuración será un valor añadido para proteger la salud de nuestro órgano más trabajador.