Para que nuestro organismo funcione correctamente necesitamos una gran variedad de nutrientes. Esto no es ninguna novedad si nos referimos a los aspectos de salud física.
De lo que la mayoría de personas no son conscientes es que la salud intelectual es vulnerable a las sustancias que consumimos, desencadenando, según sean nuestros hábitos, determinadas reacciones.
El cerebro, al ser un órgano tan sensible y con tantas y tan importantes funciones, debe ser alimentado con aquellas sustancias que le aporten lo necesario para desarrollar y controlar las emociones, el pensamiento, los estados de ánimo, la conducta y la concentración entre otras facultades. La alimentación es pues la base de una buena salud cerebral. Los malos hábitos alimentarios tienen una influencia negativa sobre la salud de nuestro cerebro, generan desequilibrios neuroquímicos que pueden originar alteraciones.
Lo vital para nuestro cerebro es tener unos buenos hábitos alimentarios que le aporten esos nutrientes esenciales que ayudan a mantener la concentración, la memoria y facultades que garantizan una buena calidad de vida hasta edades avanzadas.