¿Te despiertas a las pocas horas de dormirte, no puedes dormir más o tardas en hacerlo? ¿Eres de los que se despiertan numerosas veces cada noche? ¿Tienes la sensación de no haber tenido un sueño reparador pese a haberte acostado temprano? ¿te despiertas más cansado de como te acostaste?
Si contestas afirmativamente a una o varias de las preguntas formuladas es señal que la calidad de tu sueño puede estar mermada.
A continuación te dejamos unos cuantos puntos que creemos pueden ser de mucha ayuda para recuperar la calidad de tu sueño.
- Colchón y almohada: el colchón en el que dormimos, la almohada en la que nos apoyamos y las sábanas que nos cubren tienen mucho que ver con la calidad de nuestro sueño. Un vendedor de colchones te diría que la calidad del colchón influye directamente sobre la calidad de nuestro descanso. Y no está equivocado. Lo cómodos y confortables estemos cuando nos acostemos determinará si descansamos más y mejor o, por el contrario, si nos despertamos peor, doloridos y de mal humor.
- Cenar ligero y evitar el consumo de alcohol: no te explicamos nada nuevo. Las comidas copiosas no son amigas de un buen descanso. Comidas abundantes, ricas en grasas, muy condimentadas o muy saladas pueden hacer que te despiertes en mitad de la noche o que tengas un dormir inquieto. Cenar poco o no cenar tampoco es buena idea. Corres el riesgo de despertarte para ir a atracar la nevera. Lo mismo sucede con el alcohol. El consumo de alcohol puede dar inicialmente somnolencia, pero la calidad del sueño queda mermada. A más consumo, menor calidad de sueño.
- Baño o ducha relajante: sobre todo cuando las temperaturas bajan, un baño o ducha calentita puede darnos ese empuje que necesitamos para relajar nuestros músculos, eliminar las tensiones acumuladas durante el día y dormir a pierna suelta. Y si además nos hacen un masaje, es lo ideal.
- Sesiones de relajación: acostarse con el estrés "metido" en el cuerpo dificulta la calidad del sueño. En ocasiones sucede que todo va bien hasta que nos metemos en la cama, momento en el que se activan las alarmas. No vendría mal, en estos casos, hacer una sesión de relajación o meditación. Afortunadamente, es posible encontrar en la red meditaciones guiadas que te ayudarán a frenar la mente, relajar el cuerpo y dejarlo listo para unas horas de sueño placentero. Al principio puede que te cueste un poco, la mente está muy acostumbrada a salirse con la suya, pero ya verás que si eres perseverante, conseguirás parar esos pensamientos que te alteran.
- Las ayudas: antes de recurrir a un fármaco, la naturaleza nos provee de herramientas que nos pueden ayudar a tener un sueño de calidad. Plantas con ligeras propiedades sedantes, como la valeriana y el lúpulo y otras como la pasiflora, que actúa sobre el sistema nervioso central, o una combinación de todas ellas, no deben faltar para aquellos momentos en los que te acuestas especialmente alterado. La melatonina, por su lado, como hormona inductora del sueño, contribuirá a conciliar mejor el sueño.
- El descanso nocturno comienza cuando te despiertas por la mañana: como lo lees. Muchas veces nos centramos en el momento de acostarnos sin tener en cuenta lo que hacemos nada más despertarnos. ¿Quieres acabar bien el día? ¡Comiénzalo mejor! Si tu situación lo permite, despiértate antes de lo que sueles hacerlo y dedica las primeras horas del día a cuidarte. Comienza con un paseo matutino. ¿Tienes perro? Aprovecha para llevarlo contigo, le harás muy feliz. Al volver, una sesión de estiramientos, yoga, ejercicios de movilidad… hay muchas cosas que puedes hacer. Y ya, por último, ducha y desayuno. Nada de móvil, nada de televisión. Solo tú y tus pensamientos. El día tiene otro comienzo cuando lo dedicas a conseguir objetivos. Y tu objetivo es dormir requetebien.