Que el otoño no te robe la vitalidad

La vitalidad es un concepto que abarca tanto lo físico como lo mental y emocional. Tener vitalidad es sinónimo de salud, fortaleza y entusiasmo. La vitalidad es positiva y nos damos cuenta de ello cuando la perdemos. Varios factores pueden contribuir a que nuestra vitalidad pierda "fuelle" y los cambios de estación es uno ellos.

La vitalidad, esa buena amiga

La vitalidad es como una buena amiga que nos apoya y nos da fuerza. Es ese "¡Venga!¡ Tú puedes con esto!" que nos hace arremangar para empujar de la vida y vivirla con interés. De hecho, la vitalidad es todo aquello que relacionamos con energía y ganas de hacer. No en vano la vitalidad se asocia a la juventud.

Puede que la vitalidad, en todo su amplio sentido se vaya perdiendo con el paso de los años. Emocionalmente maduramos, nos tranquilizamos, relativizamos y vemos las cosas de otra manera, fruto de las experiencias vividas y los cambios químicos que se producen en nuestro cerebro.

El cuerpo también se hace mayor. Orgánicamente no tenemos la misma energía a los 50 que a los 20. La misma frase lo plasma a la perfección: no somos tan vitales.

Y más allá de la madurez física y mental que conlleva el paso de los años, otros factores pueden alterar o mermar la fuerza de la vitalidad: enfermedades, alteraciones emocionales, déficits nutricionales, estrés, rutinas y, aunque muchos no lo sientan así, el clima y los cambios de estación aportan también su granito de arena.

El otoño no es excusa

Una estación tan melancólica como el otoño puede hacernos perder un poquito de vitalidad.

Los días de acortan, se enfrían y se nublan. Los árboles pierden verdor y hojas. Y parece que a nosotros esto nos afecta más de lo que somos conscientes. ¡Quien pillara el verano! ¿Verdad?

Lo importante es no dejarse llevar. O, si se quiere, sí. Que, de acuerdo, está bien a veces dejarse llevar por la nostalgia, la morriña y la añoranza. Tampoco es que tengamos que estar viviendo siempre en un estado de euforia. Aunque la vitalidad tampoco es eso. No debemos confundirnos.

A lo que queremos referirnos es a no dejarnos vencer en exceso. Como todo en la vida, en su justa medida.

Que el otoño se presta a ello, sí, pero no es excusa. Y más cuando son otros los factores que merman nuestra vitalidad de forma más evidente.

Pasar por un mal momento físico o emocional (o ambos a la vez) es un desgaste de energía que puede acabar por pasarnos factura. Y si el otoño está "por ahí", es fácil dejarse arrastrar.

La apatía, el decaimiento, la falta de ganas de hacer cosas, la pérdida de objetivos, inapetencia… y un largo etcétera pueden adueñarse de nuestras vidas y aparatar a nuestra gran amiga, la vitalidad, de nuestro lado.

¡No dejemos que esto pase! Tenemos la solución a nuestro alcance.

Revisar nuestra vida y mejorarla

Tan solo con aplicar unos pequeños cambios en nuestra vida podemos notar como la vitalidad gana terreno.Seguro que muchas de las situaciones pueden revertirse para poder recuperar la vitalidad perdida.

  • La alimentación: todos lo sabemos, aunque nunca está de más recordarlo porque, viendo los datos sobre hábitos alimentarios, bien se merece tener que hacerlo una y otra vez. Alimentarse para estar bien nutridos. Y cuando se habla de nutrirse no nos referimos a las calorías ingeridas. Nos referimos a los nutrientes: vitaminas, minerales, grasas, carbohidratos, proteínas, fibra, agua y toda una lista de compuestos que, aunque no están catalogados como nutrientes, nos benefician y ayudan a que nuestra salud se mantenga e incluso mejore. Salud tanto física como emocional. Porque no hay que olvidar que la manera en cómo nos alimentamos influye también sobre la psique. Una mala alimentación puede desgastar nuestra vitalidad.
  • El ejercicio: Nadie dice que uno tenga que llevar a cabo una Maratón, pero incluir en la vida la actividad física de forma regular ejercerá una influencia más que positiva sobre la salud y vitalidad de cada uno de nosotros. Con la práctica de ejercicio, la parte física no es la única que experimenta cambios. La máquina (nuestro cuerpo) se pone en marcha, se movilizan las reservas energéticas, nuestros músculos, al igual que nuestro cerebro, se oxigena, sudamos, eliminamos toxinas, la sangre llega a cada rincón de nuestro organismo, segregamos hormonas que nos hacen sentir bien... En fin, física, psicológica y anímicamente, el ejercicio desempeña un poder revitalizante.
  • El descanso: hace unos meses hablamos del sueño y la importancia de respetar los ritmos circadianos. En el artículo explicamos las consecuencias de romper las rutinas del sueño entre las que se incluían la pérdida de concentración y habilidades, la fatiga y el aumento de riesgo de padecer ciertas patologías. Descansando reponemos fuerzas, reparamos nuestro cuerpo, asimilamos las experiencias vividas. Todo esto bien ayuda a conservar nuestra vitalidad por más tiempo.
  • Mantener interés sobre algo y tener objetivos a seguir son parte de las claves para que nuestra vitalidad goce de buena salud. Momentos de ocio: Que no estar ocioso. Los momentos de ocio son los que se comparten con amigos, familia o con uno mismo, sin más. Son esos momentos de distensión que nos enriquece de mil formas diferentes y nos permiten cargar pilas. Aunque disfrutemos de nuestro trabajo y de las rutinas del día a día, los momentos de ocio suelen vivirse de forma distinta. Porque no hay obligación y es totalmente voluntario. Los momentos de ocio pueden ser activos, pasivos o incluso contemplativos. ¿Quién dice que no se puede disfrutar y revitalizarnos con una buena lectura junto a una taza de ?
  • La aceptación: envejecer viene acompañado de los "achaques" de la edad. Evidentemente vamos notando que nuestra energía no es la misma que hace unos años. No tenemos la misma vitalidad. Somos capaces de apreciarlo en nuestras rutinas diarias, en la relación con la pareja, en nuestro rendimiento. ¡Incluso en nuestra paciencia! Y eso a veces cuesta de aceptar. Pero precisamente, aceptar esta nueva etapa de la vida es la que nos ayuda a poder vivirla plenamente, con la vitalidad que se merece.
  • La naturaleza: El otoño no es excusa para dejar que nuestra vitalidad pierda terreno. ¡Al contrario! El otoño es una de las estaciones más bonitas del año. Los cambios que se aprecian en los paisajes otoñales pueden llegar a ser espectaculares y el ser humano tiene la capacidad y la suerte de poder deleitarse y disfrutar de ello. Mantener el contacto con la naturaleza es quizá lo que te falta para recuperar la vitalidad.
  • Las ayudas: En ocasiones puede ser necesario un pequeño apoyo que nos ayuda a sentirnos mejor. Por suerte en la naturaleza nos encontramos con recursos varios que podemos aprovechar, como la rhodiola, una planta que crece en regiones frías muy utilizada precisamente en los meses de otoño e invierno para recuperar el ánimo y la energía que se resienten durante los oscuros meses de invierno ártico. O la moringa, también conocida como "árbol de la vida". Su nombre ya nos da una gran pista de las propiedades de este árbol, muy rico en nutrientes, que se ha convertido en una ayuda ideal frente a carencias de carácter nutricional. La moringa tiene además un gran poder antioxidante. El ginseng es uno de los clásicos. Esta raíz se utiliza tanto para estimular el rendimiento físico como mental. Los ginsengoides son los principios activos con los que esta planta cuenta y de donde nos beneficiamos de sus maravillosas propiedades.

En definitiva, vemos que tenemos muchas teclas en las que poder tocar para ayudar a recuperar, mantener o fortalecer nuestra vitalidad. Depende de ti querer hacerlo.

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