Aftas bucales. Causas y tratamiento

Las aftas bucales, también llamadas llagas, pueden aparecer en cualquier punto de la cavidad oral. Generalmente no suponen ningún riesgo, pero sí son molestas y dolorosas. En el post de esta semana ahondamos en la etiología de la afta y su tratamiento.

¿Qué son las aftas?

Las aftas bucales son pequeñas heridas que pueden aparecer en cualquier punto del interior de la boca (encías, lengua, paladar blando, interior de las mejillas, interior de los labios). Suelen empezar como una pequeña marca roja que poco a poco va creciendo hasta formarse la herida. Presentan una forma más o menos circular, con el interior blanquecino, también grisáceo o amarillento, y rojizo alrededor. Pueden aparecer como una única afta o en grupos más numerosos.

En la mayoría de los casos las llagas son de pequeño tamaño, unos pocos milímetros. 

Las aftas bucales no suponen ningún peligro, no son contagiosas y tampoco dejan cicatriz cuando se curan. El único problema que presentan es que pueden llegar a ser muy dolorosas y alteran la calidad de vida de quien las sufre durante unos días.

¿Como afecta a tu día a día?

Como ya hemos señalado, las aftas bucales duelen. Comer, hablar, reírse e incluso respirar puede causar dolor. Hasta que no tenemos una afta no nos damos cuenta de lo que el interior de nuestra boca soporta cada día.

Sufrir llagas en la boca influye también sobre nuestra alimentación. Ingerir ciertos alimentos, como los más ácidos (tomates, cítricos y otras frutas…), los más calientes, los más duros (pan, verduras crudas…), supone un verdadero suplicio.

¿Por qué se producen?

Varios son los factores que pueden desencadenar la aparición de aftas bucales:

Lesión: aquí el abanico es muy variado. Lo más habitual es por la propia mordedura de alguna zona blanda de la boca (lengua, interior de la mejilla) mientras comemos, el uso de algún tipo prótesis que produzca roce o se pueda soltar algún elemento (ortodoncia…) o el cepillado demasiado agresivo.

Sistema inmunológico:  una bajada de defensas puede acarrear la aparición de infecciones cuya manifestación se caracterice en la aparición de llagas bucales

Déficit nutricional: generalmente por carencia de vitaminas del grupo B, especialmente B9 y B12 y también por falta de hierro.

Estrés: estaría relacionado con el sistema inmunológico, ya que el estrés influye directamente sobre nuestras defensas. Situaciones o etapas especialmente estresantes genera una bajada de defensas que puede manifestarse con la aparición de llagas.

Cambios hormonales: Los cambios hormonales que se producen durante el ciclo menstrual hace a las mujeres más susceptibles en la aparición de aftas bucales.

Estomatitis aftosa recurrente: más frecuente durante la infancia. No se conoce las causas que hacen que durante esta etapa se produzcan de forma repetida episodios de aparición de llagas. Parece ser multifactorial. Una predisposición genética sumada a factores ambientales. Sea como sea, las recidivas van disminuyendo conforme van pasando los años.

Tratamiento

Normalmente, las llagas desaparecen de la misma forma que aparecen. Quien las sufre sabe que tiene que durante unos días tendrá que “aguantarlas”.

Es importante saber qué causa puede haber generado su aparición y actuar para prevenirlas.

Si estamos ante un déficit nutricional, conviene asegurarnos que aportamos a nuestro organismo los nutrientes que necesita. Vitaminas del grupo B, levadura de cerveza o hierro, si lo que nos falta es este mineral.

Si las aftas son consecuencia de una bajada de defensas, podemos reforzar nuestro sistema inmune con nutrientes que nos ayuden a fortalecernos o mediante el uso de probióticos.  

Para calmar las molestias cuando ya han aparecido, básicamente lo que podemos hacer es realizar enjuagues bucales con agua y sal, utilizar cepillos suaves y evitar la ingesta de aquellos  alimentos que provocan dolor en contacto con la llaga.

Y, por supuesto, si la llaga no acaba de curar y permanece durante más de 10-14 días, lo mejor es acudir al médico.


 

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