El calor se aleja y, poco a poco, los días son cada vez más cortos, más fríos y menos soleados. Muchos se resisten a guardar la camiseta y las bermudas, pero este desafío a las bajas temperaturas y a los elementos pueden acabar por pasar factura. Es inevitable, pues, que con la llegada del frío aparezcan los primeros resfriados y aunque lo intentemos, parece ser que continuamente estamos expuestos a ello. Ya sea en nuestro entorno laboral, cuando viajamos en transporte público o cuando los virus han hecho acto de presencia en el ámbito familiar.
Un resfriado es de las dolencias de más fácil contagio y conviene estar preparados. Tener nuestro organismo fortalecido, a punto para la lucha y ganar la batalla es lo deseable para poder disfrutar del invierno y del frío con tranquilidad.
Lo primero: la prevención
Lo mejor y lo más efectivo a la hora de librarse de estos pequeños indeseados (por decirlo de la manera más suave posible), es no darles la oportunidad de entrar. ¡Cerrarles la puerta en las narices!
Esto podemos hacerlo de varias formas:
Alimentación
Llevar una alimentación saludable es lo que siempre se repite. Hasta la saciedad. Pero ¿Que alimentación es la que debo llevar a cabo si quiero minimizar los riesgos de pescar un catarro?
No olvidemos que frutas y verduras recolectadas en su temporada son sensorialmente más ricas ¡y están mejor de precio!De entrada es muy importante hacer una alimentación muy rica en antioxidantes, y los vegetales frescos los tienen. Es conveniente potenciar su consumo en crudo y de temporada. En este aspecto, la naturaleza es sabia y nos ofrece lo más adecuado para consumir a cada estación. Si hemos empezado a trabajar este aspecto ya desde verano, nos habrá sido más fácil y apetecible consumir hortalizas crudas, en forma de ensaladas o gazpachos.
Consumiendo los vegetales en crudo nos aseguramos que estamos aprovechando al máximo sus minerales, vitaminas, enzimas, antioxidantes y otros fito-nutrientes, ya que algunos de ellos son sensibles a la manipulación y pierden su función al verse sometidos al proceso de cocción.
A medida que el otoño avanza, observamos los cambios que se producen, no solo en la caída de las hojas o la nueva paleta de colores con la que los bosques nos deleitan, también en como cambia la oferta de frutas y verduras. Pese a que hoy día es fácil encontrar casi de todo, todo el año, es aun normal ver como van desapareciendo unas hortalizas (sandías, melocotones, pepinos...) y apareciendo otras (granadas, mandarinas, boniatos, calabazas, frutos secos...).
Si echamos un vistazo por colores, observaremos que el verano es más bien de un rojo brillante, algo amarillo y un poco de verde. El otoño, en cambio, es naranja, púrpura, marrón y el verde va ganando protagonismo.
Cuando llega el invierno, las frutas dejan paso a las verduras y podemos observar una "explosión" de verde y hortalizas de hoja disponibles para nosotros. Es en invierno cuando encontramos en su apogeo las espinacas, las acelgas, escarolas y las coles, por mencionar algunas. En cuanto a las frutas, son los cítricos los protagonistas.
Como elegir los nutrientes más indicados
Aportar mega-dosis de nutrientes con la idea de "más es mejor" no acaba más que un error en el que es fácil caer.Centrándonos en nutrientes importantes para la prevención de los refriados, iremos a buscar aquellos que refuercen nuestro sistema inmune, siendo estos principalmente las vitaminas A, B9, C y E, y el selenio. Aunque no hay que olvidar que su consumo debe estar dentro de las cantidades óptimas.
¿Y, donde encontramos dichos nutrientes?
En casi todas las frutas y hortalizas. El color será un claro indicador de su contenido.
En verano, Fresas, pimientos y tomates son las estrellas de la vitamina C. Y los melocotones y nísperos en beta-carotenos, el precursor de la vitamina A.
Es a finales de verano-principios de otoño donde los carotenoides ganan terreno con la llegada de calabazas y boniatos. Y es con los frutos secos con los que incorporaremos una de las mayores proporciones de selenio a nuestra dieta.
Las hortalizas de hoja verde contienen también beta-carotenos y, además, presencia de folatos (forma activa de la vitamina B9), que nos ayudará a fortalecer nuestros anticuerpos.
En cuanto a los otros alimentos, conviene destacar los huevos, ricos en pro-vitamina A, selenio yUn intestino sano es una gran barrera contra la entrada de agentes infecciosos. proteínas de alta calidad, entre otros. Los cereales integrales y legumbres, así como frutas y verduras, y las bacterias del ácido láctico, presentes en yogures, ayudarán a mantener en condiciones óptimas nuestro sistema digestivo y flora intestinal. Unos proporcionando alimento (función prebiotica) y otros aportando microorganismos (función probiótica).
Medidas higiénicas
Se destacan aquí otras medidas con las que podemos actuar para prevenir el contagio como son:
- >Evitar el contacto directo con personas enfermas, sobretodo con las que estén en las primeras fases del catarro (dentro de los 3 primeros días), ya que es cuando son más contagiosas. Para ello convine poner cierta distancia física ya que las pequeñas gotitas que se exhalan al hablar, estornudar, sonarse, toser... pueden llegar a nosotros con facilidad
- >Durante las épocas catarrales más típicas (otoño-invierno) es importante tomar una serie de medidas en lugares públicos como tocar lo menos posible pasamanos, pestillos, picaportes, coger un "boli" en el banco, un teléfono que utilizan varias personas, lavarse las manos después de haberlo hecho y evitar tocarse cara, ojos y boca si no nos hemos podido limpiar
- Evitar los contrastes de temperatura. Los contrastes de temperatura que sufre nuestro cuerpo, tanto en verano con los aires acondicionados, como en invierno, con las calefacciones, provocan la aparición de resfriados y otros procesos catarrales infecciosos. Así mismo, conviene evitar quedarse en ambientes fríos si se ha sudado. Por ejemplo, cuando se hace deporte
Complementos alimenticios
En países industrializados es difícil en la actualidad presentar déficit nutricional ya que tenemos a nuestro alcance gran variedad y cantidad suficiente de alimentos. Aún así, ciertos ambientes requieren de especial atención ya que pueden presentarse carencias o requerimientos aumentados derivados de la contaminación o de los hábitos tóxicos.
La vitamina C aumenta la resistencia del cuerpo a muchas dolencias, es necesaria durante todo el año, pero en época de frio es indispensable Este es el caso de la vitamina C, de la que se sabe que el consumo de tabaco es causa de su destrucción. Es por este motivo que los requerimientos de esta vitamina antioxidante esencial aumentan en colectivos fumadores. Si bien lo ideal es dejar el hábito tabáquico, mientras no sea el caso, conviene hacer un aporte extra de vitamina C para ayudar a mantener el sistema inmune en condiciones.
Por otro lado, el selenio tiene una gran capacidad de atrapar metales pesados para que sean eliminados, lo que nuestro organismo agradecerá ya que esto permitirá tener un sistema inmunológico más fuerte. Leer post selenio.
La equinácea es muy utilizada en el continente americano como preventivo y tratamiento de los resfriados y otras infecciones. El consumo de equinácea en períodos cortos puede ayudar a fortalecer nuestro sistema inmunológico.
Lo segundo: el tratamiento
Una de las primeras cosas que debemos tener en cuenta una vez el resfriado ha hecho acto de presencia, es que no existe alimento, complemento ni medicamento que sea capaz de curarlo. Por mucha leyenda, tradición o rumor que haya llegado a nuestro conocimiento. Todo tratamiento va a ir encaminado a minimizar los síntomas. Se va a trabajar para mejorar los estados febriles y el malestar.
Hidratación
Es muy importante, durante los catarros, gripes y demás afecciones invernales, estar bien hidratados. En épocas de menos calor puede costar un poco acordarse de beber agua, pero es conveniente pensar en ella y proveer nuestro cuerpo de líquido suficiente. El agua nos ayudará de varias maneras:
- Al ayudarnos a hidratar nuestra garganta disminuirá la sensación de sequedad y aliviará el malestar
- >Contribuirá a hidratar la mucosidad ayudando a expulsarla con mayor facilidad
- Durante los estados febriles conviene seguir aportando líquidos a nuestro organismo para mantener la hidratación y ayudar a eliminar toxinas a través de la orina y del sudor
- Se pueden dar casos en los que haya vómitos, ya sea por la misma mucosidad o por el esfuerzo de toser. Existirá una pérdida de líquidos y electrolitos que hará falta reponer. El agua, enriquecida con minerales (caldos vegetales caseros o agua con zumo de fruta natural añadida, por ejemplo) será imprescindible. Otra forma con la que se pueden aportar minerales es mediante la toma de bebidas isotónicas
Aunque nuestra principal fuente de líquidos debe ser en forma de agua, no hay que olvidar que tenemos la posibilidad de enriquecerla. Ya sea con vegetales, como se ha dicho en el punto anterior, en forma de sopas o aprovechando lo que nos ofrece la fitoterapia y preparar una infusión terapéutica, como la infusión de cistus y otras plantas que ayuden a calmar molestias.
Alimentación
Entre los alimentos encontramos también un gran aliado:
- Ante la presencia de fiebre los alimentos proteicos serán de gran ayuda. Durante los procesos febriles existe catabolismo (destrucción) muscular, por lo que debemos incluir en nuestra dieta alimentos con proteínas de calidad como huevos, pescado o carne, o, en su defecto (veganos), con legumbres, frutos secos, tofu o seitán
- Conviene llevar una dieta blanda. Sobretodo si tenemos fiebre. El cuerpo está manteniendo una lucha constante contra la infección por lo que debemos "facilitarle" las cosas con una alimentación sencilla y a la vez efectiva. Purés, caldos, sopas, pescados, arroces, verduras, con cocciones al vapor, microondas o hervidas. Evitaremos los alimentos superfluos que no nos aportarán nada ventajoso
- El consumo de ajo crudo es de gran ayuda a la hora de combatir la tos ya que posee propiedades espectorantes
- >No olvidarse continuar tomando alimentos ricos en vitamina C. Aunque ya hemos indicado que el resfriado no se cura, esta vitamina es de gran ayuda para nuestras defensas, que en esta fase están en plena lucha contra agentes infecciosos
Fitoterapia
Las molestias que tengamos en la garganta o la tos, podemos calmarla también con la toma de caramelos para chupar a base de hierbas. O como se ha comentado anteriormente, con la ayuda de infusiones de hierbas.
El consumo de complementos alimenticios se realizará como soporte a otro tratamiento que se esté siguiendo. En ningún caso sustituiremos la alimentación ni la dieta que estemos realizando.
DescansoDurante la fase de sueño se segregan una serie de hormonas que contribuyen a nuestra recuperación.
Es importante descansar correctamente. Puede hacerse difícil debido al mismo malestar, pero es clave poder dormir para que el cuerpo pueda trabajar con sus propias herramientas y luchar contra la infección.
Y por último, la recuperación
Recuperarnos después del desgaste que ha sufrido nuestro cuerpo, tanto físico como inmunológico, es un paso también importante si queremos estar al 100% y evitar recaídas indeseadas.
Una vez más no debemos olvidarnos de la vitamina C. Antes, para prevenir; durante,
para mejorar los síntomas; y después para recuperar nuestras defensas dañadas.
La fiebre y las pocas ganas de comer seguramente nos habrá hecho bajar de peso. Aunque a más de uno y de una pueda hacerle cierta ilusión, sobre todo si consideramos que tenemos unos quilitos de más, cabe decir que esta bajada de peso es pasajera, ya que básicamente lo que se ha perdido es agua y masa muscular, que conviene recuperar más pronto que tarde si queremos estar fuertes. Es momento de fortalecer nuestra dieta con alimentos saludables y poco procesados como frutas y hortalizas, tubérculos, pastas y cereales integrales, legumbres, carnes magras, pescados, frutos secos, aceite de oliva y lácteos. Siempre en cantidades suficientes.
Y no olvidarse del agua.
En resumen
- Seguir una alimentación rica en alimentos vegetales: frutas y verduras de temporada, cereales integrales, legumbres, frutos secos y aceite de oliva
- Aportar en cantidades suficientes aquellos nutrientes con los que nuestras defensas salen más beneficiadas: vitaminas A, B9, C y E y minerales como el selenio
- Reforzar las medidas higiénicas para evitar el contagio: lavarse las manos después de tocar elementos de disposición pública como pasamanos, pestillos, etc., aumentar la distancia con personas en fase de contagio, evitar los contrastes de temperatura y pasar frío
- Estar bien hidratados. Sobre todo cuando la dolencia ha hecho acto de presencia
- Descansar correctamente para facilitar la recuperación
- Fortalecer nuestro organismo para evitar recaídas