El Cobre. Conozcamos este oligoelemento esencial

El cobre es un oligoelemento esencial. Se necesita en pequeñas cantidades, pero no por eso pierde importancia. Conozcamos un poco más del cobre, qué funciones desempeña en nuestro organismo, qué afecta a su correcta absorción y qué sucede si presentamos déficit de cobre.

El oligoelemento o micromineral cobre (Cu) es un nutriente esencial, no solo para los humanos, también lo es para el resto de animales. Está presente en nuestro organismo en cantidades pequeñas, entre 50 y 150 mg, y nuestras necesidades de cobre son también pequeñas, alrededor de 1 miligramo diario. Todo y así el cobre realiza grandes trabajos y sin él, al igual que sucede con cualquier otro nutriente esencial, nuestra salud se ve seriamente perjudicada.  

Veamos qué trabajos hace el cobre en nuestro organismo.

Funciones

  • Formación de enzimas: numerosas enzimas corporales son cobre dependientes. Las enzimas regulan vías fisiológicas, son biocatalizadores (trabajan acelerando la velocidad de reacción). Las enzimas dependientes de cobre se llaman también cuproenzimas. Todas las funciones descritas a continuación están reguladas por cuproenzimas.
  • Metabolismo del hierro: el cobre es necesario para que el hierro que consumimos sea transportado por la sangre y así ser utilizado para, por ejemplo, formar parte de la hemoglobina y la mioglobulina.
  • Mantenimiento del tejido conectivo: una enzima llamada lisil-oxidasa depende del cobre para poder trabajar en la interacción de la elastina y el colágeno, componentes imprescindibles para la formación y mantenimiento del tejido conectivo. El tejido conectivo ejerce funciones de soporte y protección de estructuras como los vasos sanguíneos, los huesos, los músculos y la piel, por lo que estos se ven también beneficiados.
  • Función del sistema nervioso: el cobre es necesario para la enzima responsable de catalizar la conversión de dopamina al neurotransmisor norepinefrina. Por otro lado, el cobre también es necesario para la formación y mantenimiento de la mielina, la envoltura protectora de los axones.
  • Metabolismo energético: implicado también en la producción energética celular (ATP).
  • Mantenimiento del sistema inmunológico: indispensable para que nuestras defensas se mantengan fuertes.
  • Antioxidante: enzimas con capacidad para captar radicales libres, como la conocida superóxido dismutasa (SOD), son cobre dependientes.
  • Formación de melanina: necesario para otra cuproenzima, la tirosinasa, enzima implicada en la formación de melanina, responsable de la pigmentación del cabello, la piel y los ojos.

Interacciones

El cobre interacciona con otros 2 nutrientes, el hierro y el zinc, y la fibra. Menos clara está la interacción entre el cobre y el molibdeno, la vitamina C y la fructosa.

  • Hierro: Hierro y cobre están ligados y su ingesta se debe mantener en equilibrio. Como hemos indicado, el cobre está implicado en el metabolismo del hierro por lo que bajas dosis de cobre lleva a una acumulación de hierro hepático y a la aparición de anemia. Por otro lado, parece ser que una ingesta mayor de hierro lleva a una baja absorción de cobre en niños pequeños.
  • Zinc: Ingestas altas de zinc durante largos periodos de tiempo lleva a una deficiencia de cobre, ya que se reduce su absorción. Altas concentraciones de zinc estimulan la síntesis de metalotioneína, una proteína con una elevada afinidad con el cobre, atrapándolo e impidiendo que este pueda ser absorbido. El consumo de zinc debe hacerse dentro de los límites de seguridad, alrededor de los 10 mg día. Dosis de 50 mg al día o más ya supone un riesgo nutricional.
  • Fibra: La fibra, sin ser considerada un nutriente en sí, es sumamente importante y beneficiosa para nuestro organismo y nuestra salud. Sin embargo, como suele suceder, un exceso de fibra puede llevar a una alta eliminación de cobre dietario.

Se sugirió también que altos niveles de molibdeno aumenta la excreción urinaria de cobre. Aunque estudios más recientes no han visto relación entre altas ingestas de molibdeno y excreción de cobre.

En cuanto a la vitamina C, aunque en pruebas realizadas en animales dan como resultado déficit de cobre con ingestas de vitamina C, en humanos los resultados no han sido tan concluyentes.

Lo mismo sucede con la fructosa. Alta ingesta de fructosa no dio como resultado la reducción de los niveles de cobre. Algo que sí sucedió en las pruebas hechas en ratas.

Déficit

Aunque puede darse, es poco habitual sufrir déficit de cobre en personas sanas. Si esto sucede (el déficit) está más relacionado con desordenes en el metabolismo del cobre (genético) o condiciones médicas que alteren la absorción intestinal de cobre, como la celiaquía, la enfermedad de Crohn o síndrome del intestino corto. También los niños pequeños e infantes prematuros son los más susceptibles de sufrir déficit de cobre, así como en caso de fibrosis quística e individuos que reciben nutrición parenteral total.

La falta de cobre puede dar lugar a sufrir anemia. Una anemia que no remite con la aportación de hierro, ya que el problema no son los niveles de hierro, si no como éste puede movilizarse. Algo que sin el cobre no es posible.

Sufrir numerosas infecciones es otra de las manifestaciones del déficit de cobre, por la implicación del oligoelemento en el número de glóbulos blancos de nuestro organismo.

Por su relación con la enzima lisil-oxidasa, que a la vez está implicada en el mantenimiento del tejido conectivo, el déficit de cobre puede llevar a problemas en la densidad mineral ósea (osteoporosis), problemas en las articulaciones, debilidad de los vasos sanguíneos.

Se ha sugerido también que, por su relación con la melanina, la aparición prematura de canas puede deberse a bajos niveles de cobre.

Problemas neurológicos, de crecimiento, arritmias, problemas de pigmentación en la piel o debilidad son otras de las manifestaciones que pueden darse por déficit de cobre.

Ingesta de cobre

A través de los alimentos es como aportaremos o como debemos aportar cobre a nuestro organismo.

El hígado, ya sea de ternera, cordero, res o pato, es el alimento con mayor contenido de cobre. Seguido de las ostras, la espirulina, el shiitake, el sésamo y otras semillas oleaginosas, la harina de soja, el cacao y los frutos secos (especialmente nueces). Frutas, verduras de hoja verde, legumbres, patatas y boniatos son también buenas fuentes de cobre.

Los complementos alimenticios con cobre buscan garantizar el aporte suficiente del oligoelemento cuando este se encuentra en déficit y así reforzar el sistema inmune, revertir una anemia por falta de cobre, proteger nuestra masa ósea, garantizar la síntesis de mielina y luchar contra los radicales libres entre otros.

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