¿Por qué nos resfriamos?
El resfriado común es provocado principalmente por los rinovirus, los agentes virales infecciosos más comunes entre los humanos.
Los rinovirus se adaptan mejor a temperaturas ligeramente inferiores a la corporal, sobre los 33oC, motivo por el cual se instalan en las fosas nasales llegando a proliferar sin problemas. Estos virus afectan el área superior del sistema respiratorio, nariz y garganta, provocando los conocidos síntomas alrededor de las 48 horas después de haberse efectuado la infección.
A lo largo del año se padecen de 2 a 6 resfriados. Los niños pequeños, más. Hasta 10.
Cuando nuestro sistema inmunitario detecta la presencia de estos intrusos responde con diferentes herramientas para poder expulsarlos: estornudos, tos, goteo nasal y segregando factores inflamatorios para atraer más células inmunitarias y luchar contra el enemigo.
Los resfriados son más típicos del invierno por varios motivos:
- Permanecer con otras personas en sitios cerrados sin ventilar para mantener el calor de las estancias.
- Menor incidencia de radiación solar. La radiación ultravioleta los afecta especialmente. En invierno, la menor exposición al sol facilita la proliferación de los virus.
- En los meses de frío es más habitual exponer nuestras fosas nasales a temperaturas más bajas, permitiendo que los rinovirus se instalen en ellas.
- La capacidad de defensa de nuestro sistema inmune disminuye también con la bajada de temperatura. Situación que aprovechan los virus para extenderse por el sistema respiratorio superior
¿Qué pasa en verano?
Desde hace un tiempo vemos como algo normal pasar por al menos un resfriado en verano. ¿Cómo puede ser si en verano hace calor, todo está ventilado y hay cantidad de radiación UV?
La situación la provocamos nosotros mismos huyendo del calor y los sistemas de climatización hacen un gran trabajo ayudándonos a ello.
Para empezar, el abuso que se hace de los aires acondicionados. Seguro que más de una vez te has encontrado con que has accedido a un local donde no te hubiese ido mal que te prestaran una chaqueta en la entrada. La temperatura que se recomienda programar debería rondar los 24oC, algo que en según qué sitios cuesta creer estén aplicando viendo como se nos eriza el vello de los brazos nada más entrar.
Los aires acondicionados o, mejor dicho, su mala utilización, provocan que notemos contrastes de temperatura muy acusados sobre nuestro cuerpo. La zona de la nariz se enfría, lo que empieza a ser un ambiente ideal para los rinovirus (ya hemos explicado por qué se encuentran en el área de la nariz).
Hay que añadir que tener la temperatura de los climatizadores muy baja supone un gasto económico y energético innecesarios. A esto hay que sumarle la sequedad que estos aparatos causan al ambiente. Nuestras vías respiratorias pierden humedad, aumentando el riesgo de aparición de pequeñas heridas que facilitan la entrada de los virus al torrente sanguíneo.
Los ventiladores no se escapan tampoco. El chorro directo sobre la persona puede contribuir a la aparición de un resfriado de verano.
Un verano sin resfriados
Como siempre, la mejor manera de luchar contra una situación como esta es con la prevención.
Es importante no poner las cosas fáciles a los virus.
Empezaremos por tener bien ventiladas, siempre que podamos, las áreas donde tengamos que estar. Renovar el aire. En muchas oficinas no es posible hacerlo. No hay ventanas para poder abrir o directamente no hay ventanas. Pero si tenemos la oportunidad, abrir unos minutos las ventanas que se puedan renovaran el ambiente.
En muchas empresas donde sobre todo los hombres deben ir con traje, se está empezando a permitir dejar la corbata y la americana de lado Escoger una temperatura moderada. Que ronde los 25oC. ¿Qué sentido tiene poner el aire a 20oC y luego tener que echar mano de una chaqueta porque nos "pelamos" de frío? ¡Vaya dispendio!
Mantenerse hidratado. La sequedad de las mucosas provoca que, además de los resfriados comunes, se padezcan faringitis o laringitis. La mejor manera de poner barreras a esto es manteniéndose debidamente hidratado. El agua es nuestro mejor aliado en verano. Y, si tenemos los medios, contar con un humidificador va a ser de gran ayuda.
Evitar los cambios bruscos de temperatura. Por ejemplo, abusando de las bebidas extremadamente frías. Apetecen, ya lo sabemos, pero moderación.
Mantener una buena higiene de las manos. Principalmente si hemos estado en lugares públicos.
Y cuando el resfriado ya ha hecho acto de presencia, no está mal contar con un poco de ayuda que contribuya a sobrellevar estos días con más tranquilidad.
Con las pastillas de cistus o caramelos de llantén estimularemos la segregación de saliva contribuyendo a mantener humidificadas las vías aéreas superiores. Paralelamente ayudaremos a calmar la irritación y favoreceremos nuestras defensas.
Si la tos ya se ha instalado, podemos aliviarla calmando, desinflamando y fomentando la expectoración con jarabe.
El resfriado hay que pasarlo. De momento no existe nada que lo corte de cuajo. La mejor opción es aplicar medidas preventivas y ayudar a nuestro organismo a sobrellevarlo lo mejor posible cuando ya nos hemos resfriado.