Lo que las manos esconden

Miles de millones de microorganismos se posan en la superficie de nuestra piel, siendo las manos una de las partes de nuestro cuerpo donde se concentran un mayor número. Unos son inofensivos y otros, los gérmenes patógenos, pueden volverse un verdadero problema si no aplicamos las medidas higiénicas necesarias.

Si eres un maniático de la higiene personal, sobre todo de lo que tocan tus manos, no te recomiendo que leas el post de esta semana. Más que nada porque igual después no saldrás de casa sin unos guantes puestos, sin las toallitas higiénicas y sin el bote de gel desinfectante.

Bromas aparte, en nuestras manos viven millones de organismos microscópicos que, pese a que en muchos casos no suponen peligro alguno, si no tenemos suficiente cuidado en mantener una correcta higiene, puede traernos más de un quebradero de cabeza.

Qué habita en nuestras manos

La palabra "germen" tiene diferentes significados pero el más conocido es el que hace referencia a los gérmenes patógenos, popularmente también conocidos como microbios.

Ya sean microbios o gérmenes, estaremos hablando siempre de lo mismo, de microorganismos patógenos: bacterias, virus, hongos o parásitos que afectan en más o menos medida nuestra salud.

A lo que íbamos.

Toda nuestra piel es portadora de microorganismos, pero son las manos, que todo (o casi todo) lo tocan, el vehículo ideal para transportar microorganismos potencialmente peligrosos. Esto lo sabemos de sobra. No en vano, ya en nuestra más tierna infancia nos martirizaban con aquello de "¡suelta eso!", "¡no toques!", "¡Caca!"… y otras expresiones más.

En una mano humana se alberga una media de 150 especies diferentes de bacterias. Pero lo característico de esto es la variabilidad tanto entre individuos como en uno mismo. Es decir, no todas las personas tienen los mismos tipos de bacterias. Podríamos decir que cada uno de nosotros tenemos nuestras propias colonias de microorganismos. Como un sello personal. Como una huella dactilar.

Las mujeres tienen más cantidad y variedad de microorganismos que los hombres.

También existen diferencias en un mismo individuo. Para empezar, mano izquierda y mano derecha no tienen la misma variedad ni número de bacterias. La mano dominante domina también en cantidad y variedad de gérmenes. Por otro lado, lógico.

Estos pequeños habitantes son diferentes a lo largo del día. El motivo, pues porque nuestras manos están continuamente en contacto con diferentes superficies y porque las lavamos con más o menos frecuencia, lo que hace difícil que tengamos el mismo número y tipo de microorganismos.

Mientras la palma es la zona de la mano donde más va variando la flora cutánea, es en los pliegues y las yemas donde existe una mayor concentración de bacterias.

En la superficie palmar es también más fácil encontrar virus.

Por otro lado, bajo las uñas es donde se pueden encontrar con más facilidad hongos y parásitos.

La higiene es importante

Como hemos señalado al principio, las manos son el vehículo ideal para transportar microorganismos patógenos. El contacto continuo con superficies contaminadas las convierte en un foco de infección importante. Superficies que han sido tocadas por muchas manos, como por ejemplo, pomos de puertas de lavabos públicos, de establecimientos comerciales, pasamanos de escaleras, botones de ascensor, zonas donde poder agarrarse en transporte público. Monedas y billetes son también algunos de los puntos negros que en ocasiones olvidamos.

Debemos poner barreras para evitar el contagio y esto pasa por mantener una correcta higiene de nuestras manos.

Si tenemos un trabajo en el que debemos estar en contacto continuo con otras personas, lavarse con frecuencia es condición indispensable para minimizar los riesgos de contaminarse y contaminar a terceras personas.

Los jabones antibacterianos serán la elección para estas situaciones. Y, en su defecto, para evitar estar continuamente bajo el grifo, los geles limpiamanos sin agua son también una buena opción.

Para el resto y en situaciones cotidianas como después de ir al baño o antes de comer, con optar por jabones, ya sean líquidos o en pastilla, que no sean agresivos con nuestra piel y la protejan de la sequedad será suficiente. Añadir unas gotas de aceite de árbol de té a nuestro jabón habitual también ayudará.

A mediados del siglo XIX un médico húngaro, Ignác Philipp Semmelweis, propuso el lavado de manos con hipoclorito cálcico antes de atender a mujeres que estaban de parto. Semmelweis llegó a la conclusión que "sustancias cadavéricas" se adherían a las manos de los médicos que habían estado realizando autopsias y eran transportadas a la sala de partos contagiando a las mujeres que eran atendidas. Su teoría, como todo lo nuevo, no hizo otra cosa que costarle la reputación al médico y el respeto de sus colegas. Un trabajo que hasta después de su muerte no fue reconocido.

No todo es malo

Pero no nos asustemos. Tener huéspedes en la superficie de nuestra piel no es ni mucho menos malo.

Si bien existen elementos patógenos que conviene mantener a raya, la gran mayoría no suponen un peligro para nuestra salud. Es más, muchas de las bacterias nos son beneficiosas, ayudan a mantener nuestro sistema inmunológico sano y fuerte y de otras tantas nos servimos para poder fabricar medicamentos tipo antibiótico.

En definitiva, lo importante es mantener el equilibrio ya que unas bacterias mantienen a raya a otras. No lo rompamos. 

Comentarios de usuarios

Blanca Nieves Rodríguez Monroy

2019-02-12

muy interesante
.

Cebanatural

Muchas gracias, Blanca.

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