Todos lo conocemos como “aceite de krill”, pero si preguntamos ¿qué es el krill? Estamos seguros de que muchos no sabrán explicar con exactitud de lo que se trata. Con este post, además de recordar las bondades del krill, os queremos dar a conocer este pequeño animal. Porque, ¿a quién no le gusta saber de dónde sale lo que uno se está tomando?
Conociendo al pequeño krill
El krill es un pequeño crustáceo parecido a un camarón. Pese a que en apariencia y en tamaño (unos 3,5 cm) se asemejen, krill y camarón pertenecen a un orden distinto (Euphausiacea vs. Decapoda).
Como krill, se denominan todos los crustáceos del orden de los eufausiáceos y son 3 sus especies más conocidas y las de mayor interés comercial. De entre estas 3, el krill antártico (Euphausia superba) es del que se obtiene el famoso aceite.
La palabra krill parece tener un origen holandés y escandinavo. Los significados: alevín, pez pequeño, minúsculo.
El krill antártico se alimenta principalmente de plancton, aunque también consume algas que se encuentran adheridas bajo el hielo. Es un animal gregario que forma grandes bancos que pueden verse a vista de pájaro. De hecho, la cantidad de este crustáceo es tal que supone una de las biomasas más importantes del planeta. A nivel ecológico es clave ya que es la base de la red alimentaria del océano Antártico. Por poner un ejemplo, la mitad de la biomasa anual del krill antártico es consumida por diferentes especies marinas (ballenas, focas, calamares, peces, pingüinos y otras aves), que se acercan a los mares que rodean la Antártida en busca de esta preciada captura.
El krill es utilizado por la industria alimentaria para la preparación de piensos para animales, como cebo y para el consumo humano. La preparación de complementos alimenticios y farmacéuticos con derivados del krill se encuentra en alza en los últimos años.
Composición del krill
Proteínas y grasas son los principales componentes del krill. Gracias a su 60% de proteínas de alta calidad, el krill es uno de los ingredientes más importantes en alimentación animal y una alternativa a otras harinas de pescado, ya que el perfil de aminoácidos es distinto.
En cuanto a las grasas, del krill se obtiene el conocido “aceite de krill”. Los lípidos suponen alrededor del 25% del peso, son ricos en omega 3 y motivo del éxito de este pequeño crustáceo en el campo de los suplementos nutricionales.
El krill, además, contiene micronutrientes y otros compuestos con función antioxidante. Por un lado, las vitaminas A y E y por el otro la astaxantina, pigmento responsable de los tonos anaranjados del krill. La astaxantina se encuentra unida químicamente a los ácidos grasos (esterificada). Esto supone una ventaja para nuestro organismo ya que puede metabolizarla y aprovechar de sus propiedades antioxidantes.
En el krill encontramos también colina, un nutriente que favorece la función hepática y muscular y la correcta señalización nerviosa.
Qué tienen de diferente sus omega 3
Los ácidos grasos omega 3 del aceite de krill se presentan de forma distinta a los que podemos encontrar en otras fuentes de omega 3.
Lo habitual es encontrar los ácidos grasos en forma de triglicéridos. En el krill, los omega 3 están unidos a fosfolípidos. Esta característica hace que, una vez ingerido, el aceite de krill se mezcle mejor con los alimentos en el estómago, se reduzcan las molestias digestivas, el reflujo y el sabor a pescado. A nivel celular, se facilita la incorporación de los ácidos grasos hacia las membranas celulares y con ello, sus beneficios.
Omega 3 y salud
Dado que el omega 3 es un ácido graso esencial, debe aportarse a través de la dieta y, en su defecto, la suplementación se ha vuelto también una forma de incorporar este nutriente esencial a nuestro organismo.
Mucho se ha y se está investigando sobre el omega 3 y su papel en nuestra salud.
Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son en la actualidad no solo una de las principales causas de muerte. También son responsables de situaciones incapacitantes que merman nuestra calidad de vida. Entre los factores de riesgo asociados a las ECV se encuentran los niveles elevados de colesterol total y triglicéridos, valores bajos de colesterol HDL, hipertensión, diabetes y aumento de la homocisteína.
Los hábitos alimentarios son clave para controlar todos estos factores y aumentar la probabilidad de llegar a la madurez con una salud cardiocirculatoria envidiable. Y el omega 3 juega aquí uno de los papeles protagonistas por su influencia sobre la coagulación sanguínea, el metabolismo de las grasas, la transmisión eléctrica del miocardio o la regulación de la presión arterial.
Por otro lado, es más que conocida la capacidad antiinflamatoria de los ácidos grasos omega 3. Algo de lo que podemos beneficiarnos ampliamente ya que muchas enfermedades tienen asociados procesos inflamatorios.
El omega 3 es también un nutriente clave en el desarrollo del feto y los primeros meses de vida del niño. Un correcto consumo de ácidos grasos omega 3 por parte de la madre durante el embarazo y la lactancia contribuye al correcto desarrollo cerebral y visual.