Cistus. Funciones beneficiosas legendarias.

El cistus ya era conocido en la antigua Grecia por sus funciones antimicrobianas. Se ha usado tradicionalmente para tratar afecciones de carácter estacional. En la actualidad, este uso tradicional ha traspasado la frontera de la ciencia y el cistus se presenta como un posible aliado para luchar contra un amplio número de elementos patógenos.

El cistus es una de las plantas con una de las tradiciones de uso más antiguas documentadas. De este a oeste de toda la cuenca mediterránea, diferentes especies del género cistus han venido utilizándose para una gran variedad de dolencias y condiciones.

La planta de cistus contiene una enorme cantidad de fitoquímicos de los que gracias a ellos hemos podido tratar, a lo largo de los años (o, mejor dicho, de los siglos), problemas digestivos, catarros, problemas respiratorios y gripes, entre muchos otros.

Tras ser clasificado por Linneo y descrito en su libro Species Plantarum, el cistus ha seguido siendo estudiado y en la actualidad se le conocen unas 180 especies y subespecies diferentes. La gran mayoría son nativas de la zona del Mediterráneo, no necesariamente cerca de la costa, muy adaptadas, resistentes y donde en algunas áreas pueden encontrarse en abundancia.

Como ya se ha apuntado en la introducción de este post, el cistus es largamente conocido y utilizado, y aunque falta todavía mucho por investigar (y descubrir), al cistus se le augura un futuro prometedor para el tratamiento de diferentes dolencias.

El cistus y la ciencia

Hay gran cantidad de estudios publicados sobre el cistus en relación con la salud humana de los que se ha podido determinar funciones de muy diversa índole.

La actividad antioxidante de los polifenoles presentes en el cistus muestran también una función protectora frente a enfermedades como el cáncer o las cardiopatías.

Antioxidante: el cistus tiene gran cantidad de fitoquímicos que se pueden encontrar principalmente en sus hojas. Terpenos y fenoles son los más presentes. Ambos fitoquímicos tienen una gran función antioxidante, protegiendo el organismo del ataque de los radicales libres, evitando la oxidación y el envejecimiento celular prematuro.

Antibacteriano: función destacable especialmente en las especies C. monspeliensis y C. incanus. Los estudios realizados han obtenido buenos resultados frente a staphylococcus aureus y staphylococcus epidermidis. A nivel bucal, el cistus también tiene un papel importante. Realizar enjuagues con infusión de C. incanus  se ha mostrado efectivo para ayudar a prevenir la caries dental actuando contra streptococcus mutans, una especie bacteriana responsable de cariogénesis primaria. Otras especies de cistus presentan actividad contra la E. Coli, una bacteria fecal. En todos los casos, los responsables son los diferentes compuestos fenólicos que las especies de cistus almacenan en sus hojas y en las resinas presentes en la superficie de las mismas.

Antifúngico: su actividad frente al hongo cándida (candida albicans) es la función antifúngica más característica del cistus. Al igual que sucede con las bacterias, los compuestos fenólicos son los que actúan contra dichos agentes patógenos.

Antivírico: una de las facetas más conocidas del cistus es por sus funciones antivíricas. Lucha de forma notablemente efectiva contra los virus del resfriado y de la gripe ayudando a disminuir los síntomas subjetivos de la patología. De la misma manera, el cistus puede ser uno de los mejores aliados para prevenir las infecciones de las vías respiratorias altas, protegiendo las mucosas y ejerciendo de barrera ante la proliferación vírica.

Otra vía de actuación, aunque también de carácter vírico, es la acción antiviral de extracto de cistus incanus rico en polifenoles frente al VIH, donde múltiples componentes evitan que los virus penetren en las células y puedan replicarse.

Citotóxico: numerosos estudios sobre diferentes especies de cistus han mostrado la actividad citotóxica, tanto sus compuestos terpénicos como fenólicos. Aunque los primeros son los que parecen mostrar mayor acción, concretamente los diterpenos de tipo labdano. La actividad citotóxica se refiere a la capacidad de destruir ciertas células. En este caso estaremos hablando de células cancerosas.

Indudablemente las investigaciones deben continuar ya que los resultados obtenidos hasta el momento sobre el cistus y sus capacidades antitumorales son realmente halagüeños. Conocer su funcionamiento y efectos, establecer dosis de consumo y posibles interacciones, es de gran importancia.

Relajante muscular: de acuerdo a esta propiedad, el cistus se ha prescrito tradicionalmente para el tratamiento de diarreas y contra los espasmos, ambos relacionados con las contracciones musculares. El cistus actuaría relajando la motilidad en el primer caso y como espasmolítico en el segundo.

Esta planta es tan interesante que siguen haciéndose estudios para descubrir y acabar de conocer su potencial. Vaticinamos un gran futuro para el cistus, que afortunadamente para nosotros, crece abundantemente en casi toda la zona mediterránea.

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