¿Pies fríos?

Con el frío, muchas personas tienen problemas para mantener sus pies calentitos. Sentir los pies fríos puede llegar a ser muy molesto. Sobre todo si esto se produce por la noche, dificultando incluso poder conciliar el sueño.

Mucho se habla de los problemas en piernas y pies en verano.

Que si la circulación, que si la sensación de pesadez, picor, hinchazón… durante los meses de más calor no dejamos de ver anuncios de bálsamos, cremas y geles que favorecen el retorno venoso, refrescan los pies y alivian las molestias.

Pero llega el invierno y el problema da un giro de 180o. Los pies pierden temperatura, sobre todo cuando cae la noche, y nos alcanza la hora de acostarnos, embutidos en unos gruesos calcetines, fregoteándonos los pies con las manos, contra el colchón o entre ellos, con la esperanza de que el abrigo, el movimiento y el roce consigan recuperar unos graditos y el confort.

La incomodidad que se alcanza al acostarnos con los pies fríos puede dificultar nuestro descanso nocturno.

¿Cuál es la causa de tener los pies fríos?

Lo primero que hay que saber es que tener los pies fríos en invierno es algo totalmente normal y mayormente no supone ningún problema grave. Habitualmente, tener manos y pies fríos tiene mucho que ver con la circulación sanguínea, ya que nuestra sangre es, en definitiva, la que reparte el calor corporal. A continuación te mostramos diferentes situaciones en las que el flujo sanguíneo en los pies se ve comprometido:

Mecanismo de adaptación y supervivencia: Con la bajada de temperaturas nuestro cuerpo prioriza el flujo sanguíneo en toda la zona del tronco, donde se encuentran los principales órganos vitales, y lo limita en las zonas más distales, como manos y pies, contrayendo los vasos sanguíneos. Esto lo hace mediante un mecanismo en el cual el cerebro recibe señales desde la piel cuando las temperaturas bajan. Es una situación normal que no va más allá de la sensación molesta de sentir los pies fríos. Si nosotros contribuimos a mantener la temperatura corporal con la ropa adecuada, nuestro organismo logrará mantener el flujo sin tener que priorizar.

No solo los pies pierden temperatura. Todas las zonas distales de nuestro cuerpo se enfrían por el mismo motivo (manos, nariz y orejas).

Arteriopatía periférica: Está causada por la presencia de placas de ateroma en las arterias que riegan las extremidades y que dificultan el flujo sanguíneo. Ni qué decir que deben tener especial cuidado las personas que sufran de diabetes, hipertensión y/o tengan los niveles de colesterol excesivamente altos.

Tabaco: No nos cansaremos de repetir lo perjudicial que es para la salud el consumo de tabaco. Y aquí una muestra más. La nicotina es vasoconstrictora y donde más se nota es en pies y manos. Además, fumar es un factor de riesgo importante de sufrir enfermedad arterial periférica.

Movilidad: la falta de movilidad dificulta también la correcta circulación. El hecho de no movilizar muscularmente nuestros pies hace que tampoco se movilice de forma suficiente el riego sanguíneo, lo que se traduce en una disminución del calor en la zona.

Enfermedad de Raynaud: Se trata de un trastorno idiopático en el que el cuerpo reacciona de forma excesiva ante el frío y a situaciones estresantes. Sobre todo pasa en manos y pies, que  entumecen y pierden temperatura. Se trata de espasmos vasculares donde los vasos se estrechan de forma momentánea dificultando el paso de la sangre. Es una situación pasajera pero que cuando el flujo sanguíneo se va recuperando, puede llegar a ser doloroso.

Trastorno neurológico: en este caso los pies en realidad no están fríos. Se trata de una sensación de tener los pies fríos sin estarlos. La diabetes, la falta de vitaminas del grupo B, alcoholismo, entre otras causas, pueden estar relacionados con la aparición de neuropatías.

Otras causas por las que también se pueden tener los pies fríos es por sudoración, ya que en invierno cuesta más que se evapore el exceso de humedad, lo que contribuye a que baje la temperatura. Sufrir anemia. La falta de hierro es un factor importante en la regulación de la temperatura corporal. En el hipotiroidismo existe una gran sensibilidad al frío, por lo que con la bajada de la temperatura ambiental se hace más evidente el frío en los pies.

¿Como mantener los pies calentitos?

Ropa y calzado: abrígate de la cabeza a los pies. Si eres una persona que se enfría con facilidad, lo mejor, cuando llega el frío, es procurar minimizar las pérdidas de calor corporal con la ropa y calzado adecuados. Un buen friolero nunca olvida sus pies y tiene un arsenal de gruesos y calentitos calcetines para proteger su zona más sensible al frío.

Muévete: ¿Quieres que la sangre llegue a tus pies? Muévete. Moviliza el flujo sanguíneo activando tus músculos. ¿estás mucho rato sentado? Levántate y pasea unos metros. Mueve piernas y pies si estás de pie, date algún masaje… la cuestión es reactivar la circulación.

Evita hábitos tóxicos: ya lo hemos comentado. Tabaco y alcohol no son muy amigos de la circulación. El primero por favorecer la vasoconstricción, el segundo por ser un factor de riesgo en la aparición de neuropatía periférica.

Nutrientes saludables: aliméntate de forma saludable. En general, procura que tu dieta te aporta todo lo que tu organismo necesita. Y en particular, enfatiza con aquellos que sean beneficiosos para tu circulación. La vitamina C, el magnesio, el calcio, la vitamina K ayudan de forma significativa nuestra circulación. Consumir alimentos algo picantes ayudarán a tu cuerpo a entrar en calor. O especias que estimulen como el jengibre. Plantas como el ginkgo biloba favorecen la microcirculación, lo que será interesante para las zonas más distales de nuestro cuerpo.

Frío y calor: muchas veces, ni el movimiento, ni abrigarse más, ni frotar nuestros pies son suficiente para que cojan temperatura. Llega el momento de aplicar otros métodos más drásticos. Sumerge tus pies o con la ducha, alternando agua fría con agua tibia. Agua tibia (¡no caliente!). Si aplicas demasiada temperatura corres el riesgo que aparezcan los temidos sabañones. Conforme tus pies van recuperando la temperatura, puedes ir subiendo la del agua, pero sin pasarte. Al finalizar, seca bien los pies, frótalos con la toalla y ponte unos buenos calcetines.

Observa tus pies. El color, el tacto, la sensibilidad. Si después de haber puesto en práctica todos los recursos no hay forma de entrar en calor, si tus pies pierden color, adquieren un tono azulado o notas alguna molestia, lo mejor es acudir al médico y averiguar existe algún otro problema más allá de la simple pérdida pasajera de temperatura.

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