Seguro que si os cuento que los alimentos no solo nos nutren por dentro si no que también lo hacen por fuera, que ciertas carencias se reflejan en el aspecto de nuestra piel, cabello y uñas y que una mala alimentación contribuye a que envejezcamos más rápido, me diréis: vale, Gloria, has descubierto la sopa de ajo.
Pero hasta no hace mucho, esta, digámosle "característica" de la alimentación la utilizábamos casi de forma exclusiva para detectar déficits nutricionales: se te cae el cabello, tienes anemia. Tus uñas están quebradizas, te faltan estas vitaminas. Tu piel se ve seca, te faltan estas otras…
En la actualidad, utilizar los nutrientes como parte del tratamiento cosmético se está volviendo una práctica habitual que completa el uso de cremas, sérums y tónicos.
¿Qué se busca de un nutricosmético?
Principalmente, la nutricosmética se utiliza para favorecer el aspecto de nuestra piel, cabello y uñas. Pero debemos decir que presenta otros campos de actuación como la pérdida de peso, la retención de líquidos o la circulación sanguínea. Porque, en definitiva, de lo que se trata es de beneficiarnos por dentro para que se note por fuera.
La nutricosmética gana adeptos para tratamientos antiaging.
Cumplir años no es solo un número que va aumentando con el paso del tiempo. El cuerpo, conforme madura, deja de fabricar ciertos compuestos y pierde eficiencia a la hora de aprovecharlos. Esto tiene consecuencias a nivel externo, dejando visibles los signos del envejecimiento.
Por ejemplo, la menor producción de colágeno influye sobre los tejidos que proporcionan estructura a nuestro cuerpo. La piel es una de las perjudicadas perdiendo firmeza, elasticidad y capacidad de retención de agua. Empiezan a apreciarse las primeras arrugas, que sumado a otros factores como la genética, los hábitos de vida (tabaco, radiación solar) o el estrés, aceleran y hacen más evidente su aparición.
La nutricosmética, orientada a recuperar la salud de la piel y a frenar la huella que los años va dejando, ofrece a nuestro organismo los nutrientes que empiezan a encontrarse en déficit, como son el ácido hialurónico, la coenzima Q10, el colágeno, los antioxidantes o una combinación que le sea favorable.
Más allá de los tratamientos antiedad, la nutricosmética también puede utilizarse como protección. Por ejemplo, preparando nuestra piel antes de verano, proporcionando nutrientes que favorezcan el bronceado a la vez que nos protegen de la radiación solar. No debemos olvidar que, aun consumiendo este tipo de productos, seguimos necesitando cubrir la piel con cremas solares antes tomar baños de sol.
Pero la acción de los nutricosméticos no queda relegada tan solo a la parte estética. Estos complementos alimenticios pueden aportar también beneficios sobre nuestra salud.
Un ejemplo de ello son los complementos utilizados para la circulación sanguínea. Si bien lo que preocupa a muchos son las antiestéticas varices, estos componentes lo que están haciendo en realidad prevenir la aparición de trombos, un verdadero problema de salud.
Otro ejemplo lo tenemos en los cambios hormonales que se producen con la llegada de la menopausia en las mujeres. Cambios que afectan también a la piel y al cabello. El tratamiento clásico con isoflavonas, ayuda en este aspecto. Y si se combina con calcio, estamos además aportando una ayuda a los huesos contrarrestando la pérdida mineral y, en consecuencia, minimizando el riesgo de osteoporosis.
Los nutricosméticos no dejan de ser complementos alimenticios y, como su nombre indica, deben complementar la alimentación. En ningún caso se utilizarán como sustitución de una dieta sana y equilibrada.