La meditación, ¿Un invento de Oriente?
La imagen típica de la meditación suele ser el de una persona sentada en el suelo o sobre un cojín, con la posición del cuerpo conocida como postura de loto (piernas cruzadas con las plantas de los pies hacia arriba, manos por el dorso sobre las rodillas y dedos índice y pulgar formando una "o").
Si tenemos esta imagen en mente, entonces sí, nuestra idea de la meditación tiene más bien un origen oriental.
Al igual que hace unas semanas os escribíamos sobre los masajes e indicamos que el masaje es más bien algo instintivo, cuando nos frotamos una zona del cuerpo dolorida o tensa, con la meditación sucede lo mismo. Muchas veces, ante situaciones complicadas, momentos de estrés, cuando debemos tomar una decisión…, tenemos la necesidad de estar con nosotros mismos, huir de distracciones y pensar con tranquilidad. O sencillamente "dejar de pensar". Esto serían los inicios de la meditación.
Por otro lado, todas las culturas y religiones a lo largo de la historia han incluido de una forma u otra la meditación para calmar las emociones y ayudar a encontrar la paz interior, ya sea mediante el rezo o en forma de otras prácticas que pueden incluir el movimiento o el canto.
Así pues, la meditación tiene su origen en todas partes y en cada uno de nosotros.
Empezar a meditar
Inicialmente debes ser más disciplinado. Con la práctica te darás cuenta que el momento y el lugar pueden ir variando.Si sientes inquietud por todo este mundo, te invitamos a que empieces a practicar la meditación sin demora.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, una serie de condiciones que te facilitarán la tarea, básicamente por la falta de práctica. Vayamos al grano.
- Escoge tu momento: un momento en el que sabes que siempre vas a poder realizar la meditación. Si escoges una hora del día en el que puede que te molesten y no sabes si cada día podrás cumplir, mejor cambia el momento escogido. Apaga móvil, televisión y cualquier aparato que pueda interferir en tu momento. Un consejo: no hagas la meditación antes de acostarte. Puede que acabes durmiéndote, por lo que la meditación no se llevará a cabo.
- Escoge tu lugar: va muy bien tener tu rincón para la meditación. Prepáralo a tu gusto. Un lugar tranquilo que acabará convirtiéndose en tu refugio si has sabido escoger. Procura que sea un rincón ventilado, donde el aire se pueda renovar y donde no haga demasiado frío en invierno ni demasiado calor en verano. Hay quien le gusta hacerlo al aire libre, pero esto se deberá reservar para días en los que las condiciones climáticas acompañen.
- El vestuario: vístete con ropa cómoda y transpirable. Escoge ropa más bien ancha, que no dificulte la movilidad. Prescinde de complementos molestos como reloj, pulseras y anillos. Y es importante practicar la meditación descalzo. Si hace frío puedes utilizar calcetines.
- Busca tu comodidad: cuando se habla de meditación, la postura más habitual es sentado en el suelo, sobre un cojín de meditación o zafú y con las piernas cruzadas. Pero si presentas algún problema de movilidad, flexibilidad o dolor de espalda, puedes hacerlo en una silla inicialmente o de forma permanente.
- Postura correcta: hemos dicho que la meditación se hace sentado. Sea en el suelo (lo ideal) o sea en una silla, lo importante es mantener la espalda recta aunque sin forzar, hombros y brazos en relajación, manos sobre las rodillas, en el regazo o como te sea más cómodo. Mantén la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo. Esto facilitará tu respiración. Abrir o cerrar los ojos es una opción personal. Normalmente se mantienen cerrados para evitar distracciones visuales.
- Con o sin sonidos: puedes hacer meditación en silencio o acompañada de algún sonido relajante. Pero ante todo, que no te distraiga. Puede ser música, pueden ser sonidos de la naturaleza e incluso si tienes una fuente de agua, también es de mucha ayuda. Tanto en internet como en tiendas especializadas podrás encontrar músicas y sonidos orientados para que tu meditación sea lo más placentera posible.
- El olfato: muchas veces relacionamos este tipo de prácticas con la incorporación de inciensos, velas aromáticas o cualquier otro elemento que estimulan nuestro olfato. Cuidado, porque si nos pasamos podemos saturar nuestras fosas nasales e impedir la concentración y relajación. Nuestro consejo: utiliza aromas que te sean agradables, no pruebes un olor nuevo el día de meditación. Si la habitación donde practicas la meditación es pequeña y mal ventilada, coloca el incienso en otra estancia. Si utilizas aromaterapia, empieza con pocas gotas. Siempre puedes ir aumentando.
- El tiempo: sobre todo al principio, empieza con menos tiempo. Meditar tiene también su proceso de aprendizaje, por lo que conviene empezar con poco tiempo e ir aumentándolo de forma progresiva conforme vas teniendo más práctica. Puede que inicialmente con 5 minutos, o incluso menos, tengas suficiente. En este fantástico vídeo te lo explican muy bien.
- La respiración: lenta, pausada y profunda. Concentrarte en ella será de gran ayuda. De hecho, es lo que mejor funciona para dejar los pensamientos pasar. Si no tienes dificultades, lo mejor es inhalar y exhalar por la nariz. Llena los pulmones desde abajo, desde la parte más cercana al abdomen.
- Deja pasar los pensamientos: es normal que en el momento que te sientas en silencio sin nada que hacer y sin nada que distraiga tu cerebro, los pensamientos empiecen a agolparse sin parar. Déjalos pasar. Cada vez que algo pase por tu cabeza, no te enganches, déjalo pasar. Volver a centrarte en la respiración será siempre tu comodín. Ya verás que, poco a poco, con la práctica, cada vez te será más fácil.
Es importante tener paciencia. No pretendas comenzar el primer día consiguiendo controlar tus pensamientos, realizar una meditación de una hora y encontrar la solución a todos los problemas. Como hemos indicado, la meditación requiere de constancia, práctica y aprendizaje. Las prisas no son amigas de la meditación.