Frutos rojos, frutas rojas, frutos del bosque, frutos silvestres, bayas… se pueden nombrar de formas muy diversas estos pequeños y jugosos frutos que comparten, no solo color y tamaño, también nutrientes y propiedades. Con algunas diferencias, claro.
Los clásicos
Fresa y Fresón: pertenecen al mismo género, fragaria, pero se diferencia en la especie. Fragaria vesca para la fresa y Fragaria x ananassa para el fresón. La primera es de origen euroasiático, con un tamaño considerablemente más pequeño, intenso sabor y aroma que su primo, el fresón. Aunque se cultiva para su uso comercial, es fácil encontrarla aun en estado salvaje, entre la hierba, en zonas ligeramente soleadas, húmedas, de terrenos drenados, trabajados y ricos en nutrientes. También se la conoce como fresa silvestre.
¿Sabías qué? El verdadero fruto de la fresa son los puntitos oscuros. La parte roja y jugosa es el receptáculo floral (aquella parte gruesa bajo los pétalos de las flores)El fresón es más conocido, cultivado y consumido. También es de mayor tamaño. Aunque su origen es europeo, proviene del cruce de varias especies de fragaria, sobre todo americanas. El color rojo del género fragaria lo debe a su contenido en flavonoides, que ejercen de antioxidantes, al igual que la vitamina C, presente en gran cantidad. Entre sus otras propiedades destacan su contribución para eliminar el ácido úrico y favorecer el tránsito intestinal.
Grosella y Casis: del arbusto grosellero (Ribes rubrum) el primero y grosellero negro (Ribes nigrum) el segundo. Sus frutos son bastante pequeños y suelen presentarse en el mismo racimo en el que se producen. La grosella tiene un vivo y brillante color rojo escarlata y presenta un sabor ácido. El casis o zarzaparrilla negra, como también se conoce al fruto oscuro, es de un color morado casi negro y su sabor, también muy ácido y astringente, hace que se utilice más como ingrediente para la preparación de diferentes recetas, sobre todo dulces, o en infusiones, que como consumo directo. Tanto la grosella como el casis son ricos en vitamina C y pigmentos que le aportan los colores rojos y morados, los antocianos y carotenoides.
Madroño: muy típico de la zona del Mediterráneo, el madroño (Arbutus unedo) es, tal vez, el fruto rojo con menos sabor. El fruto del madroño, del mismo nombre, es redondo, cubierto todo con unas características protuberancias o verrugas puntiagudas que le dan un aspecto y tacto áspero. El tamaño es parecido al de una cereza y su color presenta tonos anaranjados y rojos. Cuando está muy maduro el rojo se intensifica. Su pulpa es anaranjada y de sabor más insípido que a lo que nos tienen acostumbrados el resto de frutos rojos, así que su consumo directo no está tan extendido, lo que lo hace más empleado en la preparación de mermeladas y confituras y alguna que otra bebida alcohólica. Aunque su uso como remedio natural es también notable. Por ejemplo, para tratar resfriados, como fuente rica en antioxidantes y con cierto efecto diurético por su contenido en ácido málico.
Los frutos de la morera también se llaman moras. Aunque tienen un aspecto similar y son comestibles, no pertenecen ni a la misma familia ni especie.Mora: quizá el nombre más apropiado es zarzamora, por referirnos al fruto de la especie Rubus ulmifolius, coloquialmente llamada zarza. De entre los frutos silvestres es también el más fácil de encontrar, ya que la zarza es una planta muy invasiva y de rápido crecimiento. Las moras o zarzamoras son inicialmente verdes y conforme van madurando pasan del rojo al morado oscuro, casi negro, estando ya listas para recolectarse. Aunque tradicionalmente se ha utilizado como ingrediente en la preparación de postres y mermeladas, el intenso color de la mora nos da una pista clara de lo que esconde. Como todas las bayas, la vitamina C es la más presente. Contiene además minerales como potasio y hierro, fibra y una gran riqueza en antocianos y carotenoides, pigmentos con función antioxidante y propiedades antibacterianas y antiinflamatorias.
Endrina: se la conoce también como arañón o ciruela silvestre. Pequeño fruto que se recoge del endrino (Prunos spinosa), un arbusto cubierto de espinas, hirsuto. La endrina es parecida a una uva pequeña, de tensa piel y color azulado muy oscuro, casi negro. Quizá lo más conocido de las endrinas es que con ellas se elabora el pacharán, un licor de fuerte graduación. Las endrinas, al igual que el resto de frutos del bosque, son bajas en azúcares, lo que hace que su sabor no sea especialmente dulce. Contiene muchos taninos, lo que las hace adecuadas en procesos diarreicos. Su piel es muy rica en compuestos antioxidantes y ayudará a nuestras células a protegerlas de los temidos radicales libres.
Frambuesa: parecida a la mora pero más pequeña, blandita y rosada, el fruto del frambueso (Rubus idaeus) es originario de las áreas templadas de Europa y actualmente del resto del mundo. Su sabor es una combinación de dulzor y acidez y es de consumo habitual en países del centro y norte de Europa. Una de las principales características de la frambuesa es su contenido en ácido elágico, un polifenol presente también en la granada. Este compuesto se activa al ser ingerido y ejerce funciones antiinflatorias y antioxidantes que, sumado a la vitamina C, hace de este pequeño fruto un gran aliado para nuestra salud.
Arándano: tal vez el rey de los frutos rojos. O al menos el más conocido y valorado por sus propiedades. Crece en el hemisferio norte, principalmente Europa y Norteamérica. Y es en este último donde se cultiva el 90% de la producción mundial. Básicamente se clasifican entre arándano azul (Vaccinium corymbosum) y arándano rojo (Vaccinium macrocarpon). Por su riqueza en antocianos, carotenoides, flavonoides y vitamina C, los arándanos tienen un gran poder antioxidante. El arándano rojo es famoso por tener efectos positivos en la lucha contra las infecciones urinarias. Las proantocianinas de este pequeño fruto tiene la capacidad de acidificar el medio y frenar la proliferación de bacterias que provocan cistitis. Tiene, además, un efecto protector de la mucosa. El arándano rojo viene tomándose para tratar y prevenir las infecciones de orina.
Cereza: originaria de la zona del causas, fue introducida en Europa por los romanos, que llevaron ejemplares de cerezo (Prunus cerasus) a la capital del Imperio. La cereza es, de los frutos hasta ahora definidos, la más dulce. Nutricionalmente es rica en fibra y potasio y, a diferencia de las demás bayas, relativamente pobre en vitamina C. Contiene ácido elágico, como las frambuesas, y antocianos. Así que, la cereza en una fruta con poder antioxidante y antiséptico.
Los nuevos
Hace unos años que han entrado en nuestras vidas y parece que llegaron para quedarse.
Aronia: oriunda de América del norte, la aronia (Aronia melanocarpa) suele utilizarse como arbusto ornamental. Aunque su baya, pequeña, oscura (casi negra) y parecida al arándano azul, guarda un tesoro que justo ahora empezamos a descubrir en el continente europeo. La aronia tiene muchos, muchísimos antioxidantes. Flavonoides, polifenoles y vitamina C benefician nuestras células protegiéndolas del estrés oxidativo. La aronia se ha vuelto muy popular entre los deportistas precisamente por la cantidad de antioxidantes que contiene. La práctica deportiva supone unos niveles de estrés físico con una carga oxidativa importante. La ingesta de aronia en zumo les puede ayudar a frenarla.
El açai tiene un hueso que ocupa gran parte del fruto. La pulpa puede llegar a ser tan solo 10% de su peso.Açai: açaí, assaí o acai, es el fruto de la palmera Euterpe oleracea, de color violeta muy oscuro. Quien lo ha probado lo define con una mezcla de sabores donde se aprecian matices de chocolate y bayas del bosque. La palmera crece de forma silvestre en el norte de Brasil y sus bayas forman parte importante de la dieta de poblaciones indígenas de la zona, de las que obtienen beneficios frente a infecciones parasitarias, úlceras o hemorragias. El fruto, pequeño y redondo esconde en su pulpa una riqueza en antioxidantes excepcional. El açai contiene además ácidos grasos esenciales en cantidades superiores a las otras bayas indicadas en este post.
Acerola: muy parecida a la cereza pero de un rojo más suave, tirando a amarillo, la acerola (Malpighia emarginata) es originaria del continente americano, centro y Sudamérica. De sabor dulce y muy ácida, es una de las frutas comestibles más ricas en vitamina C que se conocen hasta el momento. No en vano muchos complementos alimenticios la ofrecen como fuente natural de este nutriente esencial. Para fortalecer el sistema inmunológico, para prevenir infecciones típicas invernales, la acerola es un buen apoyo.
Goji: es, de las 4 bayas de esta clasificación, la única no proveniente del continente americano. El goji (Lycium chinense) nos llegó de China y se volvió muy popular entre los europeos hace ya un par de décadas. Este fruto rojo se consume habitualmente desecado, en zumo en menor medida y actualmente ya es posible encontrarla como fruta fresca con más facilidad. El goji, como hemos venido apuntando en todas las bayas, es rico en antioxidantes como los flavonoides, la vitamina C y zeaxantina. La zeaxantina es un componente presente en nuestros ojos que protege, además, de las cataratas.
Como hemos podido apreciar, los frutos rojos tienen en común, a parte de su tamaño y color, una importante cantidad de antioxidantes de los cuales nos beneficiamos. Aunque presentan también algunas diferencias que los hace únicos. Conocerlas nos ayudará a poder obtener lo mejor de cada uno de ellos.