Qué es la enfermedad renal
Los riñones tienen varias funciones. Filtran la sangre corporal, regulan la hidratación, ayudan a mantener el equilibrio electrolítico y son los encargados de eliminar sustancias de desecho. Además, en los riñones también se sintetizan hormonas.
Cuando los riñones empiezan a fallar pierden la capacidad de realizar estas importantes funciones, algo que desemboca, más tarde o más temprano, en una insuficiencia renal.
Debemos diferenciar, sin embargo, entre 2 tipos de enfermedad renal: Enfermedad renal aguda y enfermedad renal crónica (ERC).
En el primer caso se trata de una incapacidad funcional de los riñones que se produce de forma repentina. Puede afectar a animales de cualquier edad. Los síntomas aparecen también espontáneamente. Las causas son muy variadas. Desde defectos congénitos hasta traumatismos, pasando por infecciones, ingesta de tóxicos o insuficiencia cardíaca, entre otros.
En el segundo caso, la disfunción se produce de forma progresiva. Este deterioro de la función renal tiene una evolución más lenta, pueden pasar unos cuantos años hasta que no se manifiesta y es más habitual en animales de edad avanzada. Las causas son la misma edad del perro o gato (el animal envejece, por lo que sus órganos también), además de la posible presencia de tumores. Algo que influye como factor de riesgo son los hábitos nutricionales que ha tenido a lo largo de su vida.
La enfermedad renal afecta más a gatos que a perros. Aun así, como se ha apuntado en la introducción, tanto en unos como en otros, es la patología renal más frecuente en ambos.
Síntomas de enfermedad renal
El riñón tiene una gran capacidad de adaptación y no suele ser hasta que ya ha perdido una parte importante de la función cuando no se evidencia la enfermedad.
Los síntomas de enfermedad renal son igual tanto en perros como en gatos, entre los que podemos encontrar:
- Polidipsia (mucha sed)
- Poliuria (orinar de manera frecuente) con orina poco concentrada
- Falta de apetito. Lo que lleva a pérdida de peso del animal, a la aparición de anemia y otras manifestaciones fruto de la desnutrición como debilidad muscular o que el pelaje se muestre deteriorado
- Los casos más avanzados se manifiestan con la aparición de vómitos, diarreas, letargia, aftas en la boca, halitosis, dolor e incapacidad para orinar.
Diagnóstico
Uno de los principales problemas es que como el animal ya se está haciendo mayor, algunos de los síntomas se relacionan con la edad, pudiendo retrasar la preocupación del dueño y, por supuesto, el diagnóstico. De ahí la conveniencia de hacer chequeos cuando el animal ya es considerado sénior. Alrededor de los 10 años en los gatos (algunos autores señalan a partir de los 8 años), y alrededor de los 7 años en los perros.
Lo primero será observar a tu compañero felino o canino. Principalmente la ingesta de agua y la orina. Y ante cualquier cambio, control veterinario.
Las revisiones anuales no están de más ya que con analíticas de sangre y orina es posible detectar a tiempo la enfermedad y permite tener margen de maniobra para actuar, frenando el deterioro en la medida de lo posible.
Es también importante evaluar la gravedad de la ERC y comorbilidades asociadas.
Tratamiento
El abordaje nutricional es clave tanto para la prevención como para el tratamiento de la patología.
La alimentación que sigue el animal es un factor de riesgo en la aparición y evolución de la ERC. La prevención es clave y si la alimentación que le das a tu compañero de 4 patas es a base de pienso, escoger uno de calidad desde un inicio puede ahorrarte muchos problemas en un futuro.
Existen una gran cantidad de marcas y calidades, por no decir el precio. Lo mejor es apostar, desde un principio por aquellos que ofrezcan las mejores garantías.
Frente a un diagnóstico positivo de enfermedad renal, adaptar la alimentación a la patología es condición sine qua non para la calidad de vida del animal: esto es seguir una dieta con menos proteína, fósforo y sal. Por suerte, existen piensos especialmente formulados que ya lo tienen en cuenta.
Algo muy importante es procurar que el animal se mantenga bien hidratado. Para ello hay recursos como recurrir a la alimentación húmeda y mezclarla con el pienso. En algunos casos no está de más añadir agua a la comida.
En ocasiones puede hacerse necesario la prescripción farmacológica.
Suplementación
Se sabe que el exceso de fosfatos es un factor de riesgo importante. Aunque un riñón sano no tiene dificultad en eliminar los fosfatos, a la larga, frente a un riñón que empieza a envejecer, puede acarrear problemas, por no decir cuando el órgano ya está afectado.
Cuando escojamos la alimentación para nuestro perro o gato, es importante tener en cuenta que no tenga cantidades excesivas de este mineral.
Una manera de asegurar una baja ingesta de fosfatos es ayudándose de los aglutinantes de fosfatos. Estos aglutinantes, también llamados quelantes, ayudan a reducir la absorción del mineral de la dieta, aliviando, de esta forma los riñones.
Otro de los complementos que han demostrado ser un gran apoyo para los riñones son los ácidos grasos. Trabajan en 3 aspectos: función antiinflamatoria, mejora de la presión arterial y de la tasa de filtración glomerular.
En resumen, como medida preventiva frente a la ERC, darle una alimentación adecuada al animal durante toda su vida es clave. A partir de los 8 años los chequeos anuales permitirán un diagnóstico precoz de la enfermedad. Ante la presencia de ERC, el abordaje nutricional se hace imprescindible. Puede ser necesaria la ingesta de aglutinantes de fosfatos para aliviar la carga de trabajo de los riñones y los ácidos grasos como complemento de apoyo renal.
El objetivo ante la presencia de ERC es mejorar la calidad de vida del animal y retrasar, en la medida de lo posible, el avance de la enfermedad. Con los cuidados adecuados y si se ha detectado a tiempo, tendremos muchas probabilidades de éxito.