La coagulación sanguínea es una acción defensiva y de vital importancia para nuestro cuerpo ya que con ella se previene la pérdida de sangre. El problema viene cuando la formación de un coágulo impide la correcta circulación de la sangre.
Conociendo la trombosis
La Enfermedad tromboembólica venosa (ETV) es la tercera causa de muerte de origen cardiovascular. La ETV la componen la trombosis venosa profunda y embolismo pulmonar.Un coágulo formado en una vena se conoce como trombosis, que puede quedarse en la zona de formación o desprenderse, total o parcialmente, y desplazarse por el sistema circulatorio. En este caso lo llamaremos embolo. El embolo puede migrar y llegar órganos vitales como el cerebro, los pulmones o el corazón, obstaculizando el flujo sanguíneo y poniendo en riesgo la vida.
Existen factores de riesgo que predisponen a la formación de trombos:
- Congénito: resistencia a la proteína C o mutación a la protombina
- Edad avanzada
- Inmovilización prolongada
- Cirugía mayor
- EII (enfermedad inflamatoria intestinal)
- Anticonceptivos orales
- Tabaquismo
- Embarazo
- Neoplasias
- Obesidad
El diagnóstico por parte del profesional sanitario es clave para determinar la presencia de trombosis. Aunque, para la trombosis venosa profunda, la más habitual de las ETV, existen formas para poder detectarla. Reconocer estos signos y síntomas será la clave para acudir al médico:
- Sensación de pesadez en la extremidad afectada
- Presencia de edema (hinchazón) que se inicia en pies o tobillos
- Cierto grado de disfunción si existe edema
- Picor u hormigueo y calor local
- Dolor localizado
- Cambios en el color de la piel
- Aparición de úlceras o engrosamiento
La trombosis venosa se localiza en pantorrillas y muslos.
Sabiendo esto, es importante tener en cuenta la situación en la que nos encontramos (los factores de riesgo) para evitar los síntomas descritos. Y, si ya empiezan a manifestarse, realizar los cambios necesarios para que no vaya a más.
Prevenir la trombosis
La prevención es la mejor arma para luchar contra la trombosis.
Para ello es importante actuar sobre diversos factores:
Alimentación: está claro que nuestros hábitos alimentarios influyen enormemente sobre nuestra salud y son la clave en la prevención o disminución de riesgo de aparición de muchas enfermedades. Llevar una dieta rica en alimentos frescos con predominio de vegetales, suficiente aporte de omega 3 en forma de EPA y DHA, disminuir la ingesta de sal así como de alimentos procesados, asegura que el organismo recibe los beneficiosos nutrientes para mantener un sistema circulatorio sano.
Ejercicio físico: la actividad física es la mejor medicina que existe para alargar por unos cuantos años nuestra vida. Con el ejercicio se liberan endorfinas, nuestra capacidad pulmonar mejora, es positivo para nuestros huesos, prevenimos e incluso superamos un sobrepeso o una obesidad (otro factor de riesgo) y, entre muchas otras cosas que nos hemos dejado de mencionar, también ayudamos a nuestro sistema cardiocirculatorio mejorando la eficacia de bombeo del corazón.
El riesgo de trombosis e infarto se multiplica si sumamos anticonceptivos orales y hábito tabáquico.Tabaquismo: si es que cuando decimos que fumar es malo, no hay vuelta de hoja. Se mire por donde se mire, el tabaco es nocivo. La circulación es una de las que más mal paradas salen del hábito tabáquico. De hecho, fumar es la segunda causa de aparición de enfermedades cardiovasculares. Para que nos hagamos a la idea: dejar de fumar reduce entre un 20 y un 50% el riesgo de infarto y tras 3 años sin tabaco, el riesgo se equipara con el que tiene alguien que no ha fumado nunca.
Situaciones puntuales
Los viajes largos, por ejemplo, donde debemos permanecer sentados durante horas y sin libertad de movimientos dificulta la correcta circulación sanguínea, más concretamente el retorno venoso, y aumenta el riesgo de padecer lo que ya se conoce como “síndrome de la clase turista”. Esto puede darse más frecuentemente en un avión que en cualquier otro medio de transporte, ya que los cambios de presión y la calidad del aire favorecen la situación.
Aunque puede darse en personas sanas, deben prestar especial atención quien presente algún tipo de sobrepeso, hipertensión, antecedentes cardíacos, toman anticonceptivos orales, son fumadores, tienen edad avanzada, han sufrido una operación recientemente o ya presentan problemas de coagulación.
La inmovilización favorece también la aparición de trombos, por lo que es importante no permanecer periodos de tiempo demasiado largos en posiciones estáticas, sobre todo si estamos sentados o tumbados. Esto puede darse, por ejemplo, con fracturas en las extremidades inferiores, donde podemos estar durante semanas sin poder mover una articulación.
Si es posible, deambular lo antes posible. Si no, realizar ejercicios en los que se estiren y contraigan los músculos de las piernas ayudará a estimular el retorno venoso.
En algunos casos pueden recomendarnos algún tipo de anticoagulante. Si no queremos tomar fármacos, el concentrado de tomate soluble en agua ha demostrado contribuir a un flujo sanguíneo saludable sin riesgo de afectar negativamente la coagulación sanguínea normal.
Eso sí, antes de dejar cualquier medicación, se debe consultar con el médico sobre la idoneidad de tomarlo.