Sequedad ocular, irritación, ojos rojos. Causas y tratamiento

Nuestros ojos están continuamente expuestos a factores que pueden dañarlos hasta el punto de sentir irritación, sequedad, molestias e incluso visión borrosa aun sin tener necesidad de llevar gafas. Conozcamos qué pone a prueba la integridad de nuestros ojos y como tratarlos.

El ojo es una delicada y compleja estructura que debemos mimar y proteger.

Antiguamente era la luz solar, el polvo, el frío, el viento y partículas más o menos grandes que podían entrar en ellos las principales amenazas.

En la actualidad, a todo lo anterior hay que sumarle, entre otros, la contaminación, la exposición a las pantallas, forzar la vista, el uso de lentes de contacto y ciertos fármacos.

No es de extrañar que ante todo este arsenal de "ataques", la irritación, rojez y sequedad de los ojos esté a la orden del día.

Ojos secos

La humedad en los ojos cumple varias funciones:

  • Ejerce de lubricante, lo que facilita el movimiento ocular y el parpadeo.
  • Evita la entrada de cuerpos extraños
  • Procura nutrientes a la córnea
  • Oxigena
  • Protege de infecciones

El líquido es segregado a través del conducto lacrimal. Se trata de una solución acuosa en la que se pueden encontrar básicamente proteínas, glucosa, sodio, potasio y urea.

Las lágrimas tienen una composición diferente si se trata de lágrimas basales, emocionales o reflejas.

Por otro lado, dentro de nuestros párpados tenemos unas glándulas llamadas glándulas de Meibomio. Éstas segregan lípidos que quedan sobre la película lagrimal evitando por un lado su evaporación y permitiendo, por el otro, la correcta lubricación. De esta manera podemos parpadear sin dañar la córnea.

Tanto el flujo lagrimal como la secreción por parte de las glándulas de Meibomio es constante según nuestro ojo lo va necesitando.

Existen, sin embargo, varios factores que pueden desencadenar en alteración de la humedad ocular, como muchos profesionales lo llaman:

  • Disfunción de las glándulas de Meibomio: se trata, como su nombre indica, de una disfuncionalidad de las glándulas en las que éstas dejan de segregar lípidos, rompiéndose de este modo la película protectora permitiendo la evaporación de la parte acuosa y en consecuencia sequedad ocular. Muchos de los factores citados a continuación pueden provocar también esta disfunción.
  • Aire: estar expuestos al aire constante influye sobre la humedad del ojo. En este caso, no solo estaremos hablando de ambientes ventosos. Existen también situaciones en las que nos exponemos al aire, como por ejemplo, si vamos en bicicleta o en verano, si somos de los que nos gusta tener el ventilador cerca.
  • Podríamos incluir aquí las bombas de aire, tanto de frío como de calor. Estos aparatos suelen resecar el ambiente, algo que los ojos notan especialmente.
  • Luz solar intensa: los rayos del sol no solo pueden llegar a ser perjudiciales para nuestra piel. Los ojos también sufren con ello.
  • Contaminación: el humo, el polvo, el cloro de las piscinas… todo ello influye en la cantidad y calidad de nuestra lágrima.
  • Edad: con la edad el cuerpo pierde eficacia. No es extraño que el adulto mayor tenga problemas de sequedad ocular ya que con los años el flujo lagrimal puede verse reducido.
  • Sexo: existe más incidencia de sequedad ocular entre mujeres que entre hombres ya que los cambios hormonales que suceden con la menopausia provoca disfunción de las glándulas de Meibomio.
  • Fármacos: ciertos medicamentos influyen negativamente sobre la producción de líquido ocular. Antihistamínicos y antidepresivos están a la cabeza.
  • Lentes de contacto: todo y que están formuladas y tienen la textura, la dureza y la forma adecuada para adaptarse al ojo, las lentillas no dejan de ser un cuerpo extraño que pueden llegar a ocasionar muchos problemas.

Tener los ojos secos no solo es molesto, sino que también puede llegar a ser doloroso e incluso afectar a nuestra capacidad visual, aun sin tener que llevar gafas.

Ojos rojos

Va ligado a los ojos irritados.

Los ojos rojos son una manifestación visual de la dilatación y congestión de los vasos sanguíneos.

Las causas que pueden causar rojez ocular son diversas. Normalmente pasajeras pero que conviene estar atento si va acompañado de dolor y/o afectación de la visión.

  • Hemorragia: un golpe, un esfuerzo, toser, estornudar y hasta frotarse en exceso puede provocar la ruptura de un vaso sanguíneo. La hipertensión puede provocar también un derrame. La diabetes, una exposición solar excesiva, el glaucoma son otras causas de hemorragia.
  • Infección: la conjuntivitis es la más común, pero también está la uveítis, que además es una inflamación, entre otras.
  • Sequedad ocular: el síndrome del ojo seco causa también rojez en los ojos.
  • Úlcera corneal:  Habitualmente una úlcera corneal es a causa de una infección que a su vez es causada por un daño ocular tipo trauma como el mal uso de lentillas.
  • Humo: ambientes con humo irritan y enrojecen nuestros ojos.

Ojos cansados

Más que "usar" mucho los ojos, los ojos cansados aparecen por las malas condiciones a las que los sometemos.

Una malas condiciones de iluminación, forzar demasiado la vista (esfuerzos visuales) a corta distancia, exigirle cambios excesivos de enfoque de cerca a lejos, todo esto es lo que se conoce como "esfuerzo acomodativo". Los problemas de visión no corregidos (es decir, tener que llevar gafas y no hacerlo), son algunas de las otras causas de la fatiga visual.

Dentro de este apartado tenemos también el síndrome visual informático, y como su nombre indica es a causa del excesivo uso de las pantallas.

Tratamiento

Lo primero en lo que hay que poner nuestra atención es en los factores ambientales que han provocado la situación y corregirlos o evitarlos todo lo posible.

  • Proteger nuestros ojos de la luz solar, las inclemencias del tiempo y/o la contaminación con las gafas adecuadas.
  • Forzar el parpadeo ya que sobre todo en aquellas tareas en las que hay que fijar la vista parece que nos "olvidamos" de hacerlo.
  • Corrige la altura y distancia a la que tienes las pantallas.
  • Corrige la intensidad de la luz que desprenden las pantallas.
  • Hacer pausas de unos 20 segundos cada 20 o 30 minutos de exposición continuada a una pantalla.
  • En estancias en las que el ambiente se reseque, va muy bien tener humidificadores que ayuden a mantener la humedad relativa.
  • Limpia adecuadamente tus lentes de contacto y no las tengas puestas más tiempo del requerido
  • Aliméntate adecuadamente. Haz una dieta rica en vegetales y antioxidantes. Hidrátate correctamente.
  • Utilización de lágrimas artificiales o gotas para los ojos muchas veces se hace imprescindible para contrarrestar el síndrome del ojo seco, calmar y proteger de los agentes externos.

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