Ácido úrico. La mejor opción es mantenerlo a raya.

El ácido úrico es un metabolito de desecho que cuando no es eliminado de forma efectiva se acumula en la sangre dando lugar a la hiperuricemia. En casos extremos se concentra en las extremidades aumentando el riesgo de aparición de los famosos y a la vez dolorosos ataques de gota. En el post de esta semana os explicaremos qué es el ácido úrico, como podemos reducir el riesgo de aparición de hiperuricemia, como tratarla y como minimizar sus dolorosos efectos. Todo, de la forma más natural posible.

Ácido úrico e hiperuricemia

El ácido úrico es un compuesto que se forma como resultado del metabolismo de las purinas. Las purinas se encuentran en los alimentos en cantidades y tipos variables, aunque éstas también pueden generarse de forma endógena, recuperándola de las células que se van renovando. Las purinas (recuperadas u obtenidas por los alimentos) son componentes de los sistemas de energía celular, se utilizan a nivel genético ya que forman parte de la estructura del ADN y el ARN, así como de una enorme cantidad de procesos bioquímicos.

En condiciones normales, 2/3 partes del ácido úrico circula en sangre hasta los riñones, donde es eliminado a través de la orina. El otro tercio se elimina por las heces.

El ácido úrico, si se mantiene dentro de unos parámetros de seguridad, es beneficioso ya que protege nuestros vasos sanguíneos y tiene función antioxidante. Por lo tanto, una pequeña cantidad de ácido úrico en sangre debe estar presente de forma constante.

En el momento en el que el metabolito no es suficientemente eliminado o el organismo fabrica más ácido úrico del que es capaz de eliminar, éste se queda circulando en sangre y es entonces cuando los niveles aumentan dando lugar a lo que se conoce como hiperuricemia.

Mantener una hiperuricemia en el tiempo aumenta el riesgo de acumulación de cristales de ácido úrico en las articulaciones (gota) o de la formación de cálculos renales que pueden llegar a bloquear las vías urinarias provocando un aumento del riesgo de infección o insuficiencia renal.

Gota

Presentar hiperuricemia no es signo de padecer gota. La gota tiene un factor genético importante que se agrava o se desencadena por estilos de vida poco saludables. Cuando el ácido úrico se encuentra en cantidades demasiado elevadas el cuerpo lo transforma en urato monosódico, una sal con la que se forman cristales que pueden acumularse en las articulaciones dando lugar a la aparición de la gota. Cuando los cristales de urato monosódico se acumulan a nivel renal se aumenta el riesgo de padecer piedras en el riñón.

En las articulaciones, estos cristales se encuentran presentes en el líquido sinovial que, cuando se acumulan en exceso acaban por formar una protuberancia denominada "tofo". Los tofos gotosos se producen después de una larga evolución de la gota.

Hay que diferenciar los tofos del "ataque de gota", donde existe un dolor agudo de la zona afectada, además de inflamación, enrojecimiento y rigidez. El ataque de gota aparece repentinamente y en la mitad de los casos se manifiesta por primera vez en el dedo gordo del pie. Suele durar no más de 3 días con el pico del dolor entre el primer y el segundo día. Aunque se han dado casos donde el ataque de gota ha durado varias semanas.

La gota está clasificada como un tipo de artritis. De las formas de artritis más dolorosas que existe. Además, está relacionada con otras enfermedades como la obesidad, hiperlipidemia, diabetes, hipertensión y la suma de todas ellas: el síndrome metabólico, además de afectaciones renales como la litiasis renal y la enfermedad renal crónica.

Lo que llama la atención de cada una de las dolencias mencionadas es que pueden mejorar tras la aplicación de cambios nutricionales y otros hábitos de vida.

Prevención y tratamiento

La mejor manera de prevenir la hiperuricemia y la gota es controlando los factores que pueden desencadenar un aumento de los niveles de ácido úrico en sangre. Y si se tienen antecedentes familiares de hiperuricemia o gota es importante prestar más atención al control de dichos factores.

La alimentación y el consumo de alcohol son dos de los aspectos con los que se puede trabajar para prevenir una elevada concentración de ácido úrico circulando por el torrente sanguíneo.

Como se ha indicado al inicio de este post, los alimentos son una fuente importante de entrada de purinas, que son transformadas después en ácido úrico, y que éstas están presentes en proporciones variables.

Tradicionalmente, cuando se detectaba una hiperuricemia, los alimentos que se restringían eran aquellos que más cantidad de purinas tenían en su composición. En el grupo de los "indeseados" se encontraban las carnes, sobre todo las carnes rojas y las vísceras, el pescado (azul) y marisco, las legumbres y verduras como las espinacas, espárragos y setas.

En Internet se pueden encontrar infinidad de tablas con alimentos clasificados por concentración alta, media y baja de purinas.

Aunque estas clasificaciones han servido de guía durante muchos años para poder ayudar tanto en la prevención como en el tratamiento de la hiperuricemia y la gota, afortunadamente la ciencia avanza y toda esta información se ha ido puliendo y arrojado más luz en lo referente a alimentos que hay que limitar y alimentos a potenciar.

Volvamos de nuevo al inicio del post. Allí decíamos que existen diferentes tipos de purinas. Por lo tanto, cabe esperar que, independientemente de la concentración de purinas que contenga un alimento, lo que hay que tener en cuenta el tipo de purina o purinas que contiene.

Y esto es lo que sucede con alimentos como las espinacas y las legumbres. Si bien son alimentos con una importante presencia de purinas, éstas no aumentan el riesgo de desarrollar gota ni hiperuricemia. Así se ha podido demostrar posteriormente. Debemos añadir a esta información que, con las tradicionales dietas bajas en purinas se incrementa el consumo de azúcares y grasas, contraproducente para las otras enfermedades relacionadas con la hiperuricemia.

Así pues, en la prevención y tratamiento de la hiperuricemia, además de partir de una alimentación sana y equilibrada tanto en nutrientes como en cantidades, es importante saber escoger aquellos alimentos que reducen el riesgo que aparezca o empeoren el pronóstico. Esto se traduce en reducir o, mejor dicho, no abusar de las carnes, principalmente las carnes rojas y las vísceras. En cuanto a la prevención, contrariamente a lo que siempre se ha dicho, el consumo de pescado no debe restringirse y debe estar dentro de las recomendaciones de dieta equilibrada.

Una parte importante es potenciar aquellos alimentos que pueden ofrecernos una protección extra. Este es el caso de la leche desnatada cuyo consumo reduce el riesgo de aparición de hiperuricemia. La leche, además, aportará calcio, que previene la formación de cálculos renales cuando ya existe hiperuricemia. Los ataques agudos de gota se disminuyen con el consumo de leche desnatada.

Las proteínas también protegen contra el riesgo de aumento de ácido úrico circulante. En este caso la opción la tenemos con el consumo de proteínas de origen vegetal como las que nos ofrecen las legumbres y los frutos secos.

Potenciar el consumo de frutas y verduras. Aunque el consumo de algunas frutas ricas en fructosa pueden aumentar el riesgo de hiperuricemia, se ha observado que los beneficios asociados al consumo de frutas superan con creces al riesgo de desarrollar gota. En todo caso, si hemos de poner alguna restricción, nos centraríamos en el consumo de la fruta en forma de zumo. Lo mejor es consumirla entera. Siempre.

Además, se ha observado que una mayor ingesta de vitamina C ejerce también una función protectora.

Cuando ya existe hiperuricemia o gota, la ingesta de fruta debe moderarse. Sobre todo aquella con mayor presencia de fructosa como el mango, las uvas y los plátanos. Así como cualquier fruta seca.

Por el contrario, otro producto rico en fructosa sí que ha demostrado claramente aumentar el riesgo de aparición de hiperuricemia. Se trata de las bebidas azucaradas. Éstas multiplican por 2 el riesgo si se consumen 2-3 bebidas al día si se compara con personas que consumen menos de una bebida azucarada al mes, y por 6 si se consumen 4 al día. Y a esto hay que añadirle el riesgo de aumento de peso, de resistencia a la insulina y de diabetes por el consumo de este tipo de bebidas.

La incidencia de hiperuricemia es mayor en hombres. Pero el riesgo de desarrollarla con el consumo de alcohol es más elevado en mujeres.En cuanto al alcohol, ya podemos añadirlo a nuestra lista de productos a evitar. Aunque si eres una persona consciente de tu salud y de preservarla, el alcohol ya no está dentro de tus "planes". El consumo de alcohol se relaciona con un aumento del riesgo de sufrir gota 2,5 veces mayor que si no se consume. Además, el consumo de alcohol aumenta los niveles de ácido úrico en sangre por dos vías, primero, inhibiendo su excreción vía renal y segundo, aumentando la producción de purinas y de ácido úrico cuando el consumo de alcohol es crónico. Entre todas las bebidas alcohólicas, la cerveza es la que más efectos tiene sobre los niveles de ácido úrico.

Conocer el pH del organismo es importante para controlar la eliminación de ácido úrico vía renal. Consumir alimentos que ayuden a disminuir la acidez del organismo contribuirán a eliminar el metabolito por la orina. Consumir alimentos llamados "basificantes" como legumbres, hortalizas, frutas o tubérculos ayudarán a mantener ese pH en condiciones óptimas.

El pH de la orina nos dará una orientación de cómo está en nuestro organismo. Mediante unas tiras reactivas podemos ir conociéndolo y aplicar los cambios necesarios para controlarlo.

Si queremos eliminar el ácido úrico con eficacia es imprescindible darle al organismo las herramientas necesarias para que pueda hacerlo con seguridad y no hay que olvidarse de la más importante, el agua, que en el caso de la hiperuricemia y gota es, si cabe, más valiosa. Para ayudarnos y aportarnos a la vez minerales imprescindibles podemos potenciar la acción mediante el consumo de cola de caballo o de ortiga.

Por último, aplicar otras medidas para controlar el peso corporal, la tensión arterial y los niveles de lípidos y azúcar en sangre. ¿Cómo? Pues, controlar el consumo de azúcares y grasas poco saludables y de sal, estar suficientemente hidratados y por supuesto, realizando actividad física regular. Y nunca, nunca apostar por los ayunos, algo innecesariamente frecuente cuando se quiere perder peso.

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