Disfruta de una piel radiante también en invierno

Los rigores del invierno y los contrastes de temperatura afectan nuestra piel de tal manera que, dependiendo del grado de sensibilidad, puede sufrir deshidratación, descamaciones, irritaciones y favorecer el envejecimiento prematuro. Puedes reducir o eliminar muchas de las molestias provocadas por el invierno siguiendo estos pequeños consejos

La piel es un gran órgano, de echo es el mayor de todos, cuya función es vital para todos los animales, incluidos nosotros. Con una superficie alrededor de los 2m2 en una persona adulta, su papel principal es el de protegernos de las agresiones externas. Es la frontera entre el medio interno, nuestro cuerpo, y el externo, el ambiente. Y a la vez, la que nos sirve de comunicación entre estos dos "mundos". Sin ella la vida no sería posible por lo que conviene mantenerla en buenas condiciones, sana y libre de factores que pongan en peligro su integridad y, por ende, su importante labor.

¿Cómo afecta el frío sobre la piel?

Nuestra piel ayuda a mantener la temperatura corporal dentro de los límites seguros para la vida ya que ésta actúa como aislante siendo capaz de soportar temperaturas inferiores a los 37oC. Por otro lado, dicha característica producida por la vasoconstricción, provoca que ni nutrientes ni oxigeno lleguen de forma correcta a la capa más externa, la epidermis. Esto puede repercutir desde factores estéticos como que nuestra piel se vea más apagada, hasta problemas más severos como es el caso de la enfermedad de Raynaud, la eritrocianosis u otras lesiones por frío.

Moviéndonos dentro de las alteraciones de tipo estético y levemente molestas, rostro, orejas, manos y pies son las partes del cuerpo que mayor sufren los rigores del invierno ya que son las zonas que pierden más riego sanguíneo y, a la vez, los más expuestos al frío, al viento y los que notan con más intensidad los cambios bruscos de temperatura.

Como ya se ha mencionado, la falta de irrigación dificulta la llegada de nutrientes esenciales lo que se nota con la pérdida de agua, la falta de renovación celular y de secreciones que ayudan a la correcta lubricación. Piel seca, descamada, agrietada o con rojeces son las manifestaciones más habituales cuando llega el frío y nuestra piel no está lo suficientemente preparada.

Empezar por el interior

Una buena manera de cuidar nuestra piel es empezando desde el interior, alimentándola correctamente y aportándole todo lo que le sea necesario. Para prepararla y protegerla del frío lo necesario es darle agua y nutrientes.

La hidratación es uno de los ingredientes básicos para tener una piel sana. Recordemos que uno de los factores que más nota la piel es la falta de agua. Aunque la sensación de sed disminuya, también en invierno la ingesta suficiente de agua sigue siendo fundamental.

Los nutrientes imprescindibles para tener una piel sana son básicamente los que tienen función antioxidante, ya que serán éstos los que ayudarán a mantener la epidermis con las defensas alerta y preparadas frente a las agresiones.

Los carotenoides son los grandes aliados de la piel. Como precursores de la vitamina A, estos compuestos, presentes en frutas y hortalizas y responsables de las pigmentaciones naranjas y amarillas, ayudan a mantener la luminosidad natural de la piel y darle color, además de reducir la formación de arrugas. La vitamina A, tan "venerada" durante los meses estivales, es también muy necesaria en invierno. Los carotenoides se encuentran en tomates, zanahorias, pimientos, calabazas, orejones y hortalizas de hoja verde como espinacas, acelgas y brócoli.

La vitamina C, es otro de los antioxidantes imprescindibles para la piel. Como elemento necesario para la formación de colágeno, la vitamina C es la gran aliada a la hora de mantener la flexibilidad de la piel. Los cítricos son, en esta estación fría, los representantes oficiales de la vitamina. Aun así, existen otros alimentos donde la podemos encontrar en grandes cantidades como es el caso del brócoli, los frutos rojos o el perejil fresco.

Los antioxidantes son nuestros principales aliados. Si tenemos en cuenta incluir frutas y verduras frescas de forma habitual, ayudaremos enormemente nuestra piel.Otra de las vitaminas antioxidantes es la vitamina E, presente en frutos secos, hortalizas de hoja verde, aguacates y aceites vegetales, principalmente. La vitamina E, además de ser una gran barrera antioxidante, también es de ayuda para la formación de colágeno.

Minerales como el cobre, selenio y zinc son también necesarios para el cuidado cutáneo desde el interior. Estos nutrientes antioxidantes están presentes en el agua, cereales integrales, frutos secos, legumbres, carnes y pescados.

Frente a la sequedad de la piel, los ácidos grasos insaturados proporcionan una mejor hidratación. Además, los omega3 pueden ser un muy buen aliado frente al acné, que puede aparecer por el frío y la contaminación. Un correcto aporte de ácidos grasos mantiene la tersura y elasticidad dermatológica. Aceite de oliva, aguacates, frutos secos y pescado azul son los representantes con más concentración de grasas insaturadas.

Los complementos alimenticios pueden ayudarnos también desde el interior. En este caso, una de las mejores opciones es a partir de una combinación de ácidos grasos y vitaminas del grupo B, para contribuir a la regeneración de todas las capas de la piel.

Proteger del exterior

Cuando las bajas temperaturas llegan hay que proteger la piel antes que pueda verse afectada de forma severa. Empezando por una buena barrera física, la ropa adecuada como gorros, guantes, orejeras, bufandas, calcetines y calzado que protejan las zonas más sensibles, mencionadas antes, será de gran ayuda e impedirá situaciones indeseadas. Todo y así, puede que esto no sea suficiente. Por ejemplo, cuando se realizan actividades donde según que prendas pueden dificultar su desarrollo de forma correcta.

Las manos son una de las zonas más expuestas a las inclemencias del tiempo. Antes que se produzcan daños conviene protegerlas con cremas adecuadas al uso. Lo mismo sucede cuando ya presentan sequedad e irritación.

En invierno se podría decir que es imprescindible salir a la calle con el rostro bien hidratado. Especialmente si se tiene la piel sensible. Aunque se lleve bufanda y gorro, siempre queda alguna parte expuesta. Contar con una buena crema facial hidratante ayudará a reducir las posibilidades de que aparezcan rojeces, descamaciones y prolongaremos la juventud de nuestra piel, principalmente si la piel empieza a ser madura o en el caso de los hombres, menos proclives a la utilización de vestuario de cuello para arriba (a no ser que haga un frío extremo).  

Nuestro "arsenal" de invierno: crema hidratante facial, crema de manos, bálsamo labial, leche limpiadora y tónico. Y, por supuesto, ingerir alimentos antioxidantes e hidratarse correctamente. Los labios son de las partes más sensibles al frío ya que tienen una piel muy fina. Es por este motivo que suelen resecarse, irritarse y estar tirantes cuando bajan las temperaturas. Situación que, si no se remedia, puede acabar en los tan conocidos "labios cortados", con sangrado incluido. Para empezar, y por mucho que cueste quitar el hábito, es importante no remojarlos con la lengua. El acto reflejo de ir lamiéndose los labios tan solo acelera el proceso de deshidratación, principalmente si ya empiezan a estar resecos. Es conveniente, por tanto, mantenerlos hidratados y proporcionarles una capa de protección extra mediante bálsamos labiales. De protección, al principio, y con efecto reparador si ya se muestran agrietados.

Higiene de la piel

Mantener la piel limpia y libre de impurezas. Sobre todo si se vive en ambientes industrializados, con mucho tráfico o si usa maquillaje.

Durante el invierno, además, pueden darse períodos de altas presiones provocadas por anticiclones. Esta situación impide que las partículas se dispersen y aumentan los niveles de contaminación en ciudades y áreas industriales situadas en valles. El aumento de las partículas en suspensión en contacto con nuestra piel acaba por irritarla y dificultar su respiración natural ya que los poros quedan obstruidos. La aparición de acné derivado de la contaminación ambiental es también otra de las manifestaciones cutáneas.

Limpiar la piel con jabones faciales, leches limpiadoras y exfoliantes, la liberará de la "asfixia" industrial y de células muertas. Por otro lado, regenerarla mediante mascarillas faciales permitirá que ésta pueda renovarse y mantenga un aspecto saludable.

¡Y no olvidemos el ejercicio!

La práctica de actividad física ayuda a nuestra piel de forma positiva.

En primer lugar, favoreciendo el equilibrio emocional, ya que cuando se realiza deporte se segregan una serie de hormonas (dopamina, serotonina y endorfinas), que nos hacen sentir mejor, más felices, y se eliminan tensiones que muchas veces se reflejan en el rostro con líneas de expresión más marcadas, sobre todo en la zona del entrecejo.

Enlazando con el primer punto, con la fatiga derivada de la realización de deporte se descansa mejor. Un sueño reparador favorece nuestra piel, dándole un aspecto relajado y con mayor luminosidad.

Y por último, tenemos el tono muscular. La actividad física elimina grasa y fabrica músculo, lo que nos da un aspecto general más joven y tonificado.

En resumen, todo son ventajas con el ejercicio físico bien planificado. Eso sí, si sales al exterior para realizar actividad física con frío, no te olvides de llevar el vestuario adecuado y proteger la piel con una buena crema hidratante.

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